Un candelabro en forma de tortuga como regalo para el día de la madre, marcó la vida de Rocío Hernández Campos, ya que sería el inicio de una pasión que aumentaría con el paso del tiempo y hoy en día conforma una fortaleza con más de 400 tortugas de diversos tamaños, materiales, colores e incluso sabores.
¨Fue en el 2005 cuando mi hermano me regaló mi primera tortuga y en ese momento me nació coleccionarlas. Las tortugas me llaman la atención por su antigüedad, tamaño, lentitud y capacidad de vida. Las asemejo con las abuelitas, que son ejemplo por su valentía y sobrevivencia, igual que mi vida, he sobrevivido a muchas situaciones duras, sobrevivo como las tortugas conforme pasa el tiempo¨, expresó.
Y es que para esta apasionada, cualquier ocasión es motivo para dedicar tiempo a buscar tortugas para incrementar su colección, ya sea un viaje a la playa, de negocios, cualquier salida, visita a bazares, incluso ha sido tanto su desvelo que en toda ocasión festiva sus amigos y familiares aprovechan para darle tortugas como regalo.
¨Es sorprendente porque a mí me llama la atención ver como ella se desvive tanto por ir a un lugar y buscar las tortugas, eso ha permitido que uno salga de la rutina e incluso compartimos esa pasión, cada vez que paso por un lugar y venden tortugas, me pregunto si la tendrá o no para comprarla, en cierta manera uno se va contagiando¨, expresó su esposo Vladimir Ballestero.
Entre los ejemplares que se destacan en su colección se puede encontrar una tortuga de chocolate protegida en un empaque plástico, ejemplares de diversas partes del mundo como Brasil, Cuba y México, miniaturas y la más adorada una tortuga fósil que encontró el cuñado de su hijo Ruddy en un paseo en Matina.
¨Esta tortuga se mantiene intacta, la cuido como si fuera de oro, ya que se puede apreciar toda la estructura, es la que más me gusta¨ acotó.
Otros ejemplares que recuerda con tristeza son los que se han quebrado como consecuencia de los efectos sísmicos, por descuido de personas e incluso por las mañas de un perro que agarró una tortuga de cuero como su juguete personal, la cual ha sido imposible de reemplazar.
¨No me gusta que nadie me las toque porque me da miedo que me las quiebren o les hagan algo, tampoco que se repita ninguna, por eso he comenzado otra colección en la oficina del trabajo, la única que permito que me las limpie es mi cuñada Yamilet quien tiene una paciencia increíble y me las deja preciosas¨, agregó.
Sobre la posibilidad de pagar precios altos por un ejemplar su respuesta fue clara y directa. ¨No compraría una tortuga muy cara, porque pienso en las necesidades de mis hijos, ya están en la universidad, me sacrifico por ellos, pero más adelante podría darme ese lujo¨, mencionó.
Pero si enfatiza que lo que más disfruta es el tiempo para adquirirlas, lo relaciona como un pasatiempo entretenido que comparte con la familia e incluso su influencia ha sido grande, ya que su hijo menor es amante y coleccionador de artículos de M&M´S.
¨Es una pasión que seguirá creciendo, no puedo parar, la tengo en mi casa y en mi oficina y así seguirá, hasta no más poder¨, expresó.