Soy un hombre de 42 años. Tengo tres años de vivir en unión libre. Hace unos cuatro meses que mi exesposa se pasó a vivir muy cerca de nosotros. Como vivimos en una alameda es frecuente que mi pareja actual o yo nos la topemos. Yo no tengo ninguna relación con mi ex, y no tengo hijos, pero mi pareja se siente muy mal, a veces la encuentro llorando. Yo pienso que ella se mortifica sola.
- Esta es una situación que se ha vuelto muy frecuente en nuestra cultura, debido a que el divorcio y las separaciones son cada vez más numerosas y los encuentros casuales con exparejas son comunes, sobre todo en países pequeños como el nuestro.
Cuando una relación pasada terminó en malos términos, o uno de los dos todavía guarda esperanzas de una reconciliación, es muy entendible que lidiar en el día a día con la expareja puede ser una situación incómoda.
En algunos casos, la pareja actual puede sentir temor de que aquel viejo amor reviva, y como tal, este contacto diario le resulte amenazante, en otros casos dependiendo de la personalidad de la expareja, se teme que se presenten reproches, conflictos u hostilidades, y desde luego, los comentarios de terceros que se enteran de la situación y que comienzan a hacer comparaciones sobre cuál es más joven, más bonita, más estudiada, situación que es relativamente común en ciertos ambientes.
Todos estos pormenores pueden generar dificultades en la pareja y es claro que muchas veces es imposible cambiar de vecindario para dar por solucionado el problema, y por eso se debe conversar a fondo el tema entre los dos, con el fin de desvanecer falsos temores, y así darle estabilidad a la relación.
PERIODISTA:
CRÉDITOS: Dr. Mauro Fernández, sexólogo
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Miércoles 07 Diciembre, 2022
HORA: 12:00 AM