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Opinión

Abrir el corazón a la esperanza

La voz del Arzobispo

 

 

 

El Adviento, acogido con fe y vivido en el amor, es un tiempo marcado por la esperanza, un caminar al encuentro de aquel que nos trae la permanente novedad de vida.
En estos días, mientras miles de ofertas comerciales inundan nuestras calles y medios informativos, y se mantiene la mente ocupada en tantos compromisos, los cristianos estamos llamados a no dejarnos cegar por esas “alegrías” efímeras y esperar con mirada limpia y gozosa la verdadera alegría que nace de la fe y que promueve siempre la convivencia festiva, por el acontecimiento Cristo.
El tiempo litúrgico del Adviento es una fuente vivísima de esperanza, un tiempo de gracia que robustece nuestra fe, vigoriza nuestra comunión con Jesucristo y con los hermanos y nos mueve a anunciarlo al mundo como la única verdad que da sentido a la existencia humana y engrandece nuestras vidas: “El Adviento invita a los creyentes a tomar conciencia de esta verdad y a actuar coherentemente. Resuena como un llamamiento saludable que se repite con el paso de los días, de las semanas, de los meses: Despierta. Recuerda que Dios viene. No ayer, no mañana, sino hoy, ahora.” (Benedicto XVI, Inicio de Adviento, 2 de diciembre del 2006).
Como nos recuerda el Papa Francisco, hoy muchos quieren desterrar la esperanza de nuestro corazón pues “la mejor manera de dominar y de avanzar sin límites es sembrar la desesperanza y suscitar la desconfianza constante, aun disfrazada detrás de la defensa de algunos valores. Hoy en muchos países se utiliza el mecanismo político de exasperar, exacerbar y polarizar. Por diversos caminos se niega a otros el derecho a existir y a opinar, y para ello se acude a la estrategia de ridiculizarlos, sospechar de ellos, cercarlos.” (Papa Francisco, Fratelli Tutti, n. 15).
La esperanza que Cristo nos da no es ilusoria. Jesús encarnándose, haciéndose uno de nosotros, asume nuestros sufrimientos, crisis y desánimos, su presencia y su Palabra no son paliativos, nada hay verdaderamente humano que no encuentre eco en su corazón, por eso, Él nos ofrece “una esperanza fiable, gracias a la cual podemos afrontar nuestro presente.” (Benedicto XVI, Spe salvi, introducción.).
Como familia de Dios, estemos cerca de quienes están sufriendo las consecuencias de las inclemencias del clima, y han perdido cuanto materialmente poseían. A las familias que a lo largo del año han sufrido la pérdida de seres queridos por la irresponsabilidad en las carreteras, a quienes han hecho esfuerzos heroicos por sacar a sus familias adelante a pesar del alto costo de la vida, a quienes han perdido su trabajo y sobreviven a duras penas, a los adultos mayores que están solos, tristes y abandonados de los suyos, incluso, conmueve nuestro corazón, los cientos de venezolanos que deambulan en nuestro país y que no son vistos con la dignidad de personas e hijos de Dios, por nuestros gobiernos de la región centroamericana y más allá.

*Arzobispo Metropolitano

 

 

 

PERIODISTA: Redacción Diario Extra

EMAIL: [email protected]

Lunes 28 Noviembre, 2022

HORA: 12:00 AM

CRÉDITOS: Mons. José Rafael Quirós Arzobispo Metropolitano

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