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Opinión

La alegría de evangelizar

Mons. José Rafael Quirós*

“La mies es abundante y los obreros pocos; rueguen, pues, al dueño de la mies que envíe obreros a su mies” (Lucas 10,2). Esta aseveración del Señor nos invita a constatar con esperanza la infinidad de oportunidades que el momento histórico que vivimos, con sus nuevos escenarios y desafíos, presenta a nuestro compromiso misionero.

En efecto, los nuevos ámbitos socioculturales plantean a la Iglesia grandes retos que deben ser asumidos con total discernimiento y responsabilidad de manera que anunciemos, con verdadera alegría, los valores permanentes del Evangelio que dan auténtico sentido a la vida humana.

Al decir, “la mies es abundante”, el Señor nos invita a identificar los nuevos espacios para evangelizar, acción que “significa para la Iglesia llevar la Buena Nueva a todos los ambientes de la humanidad y, con su influjo, transformar desde dentro, renovar a la misma humanidad” (Pablo VI, Evangelii Nuntiandi, n.18). 

En este tiempo de pandemia, en particular, hemos visto como el desarrollo de las redes sociales digitales se fortaleció de modo vertiginoso para que surgiera, como lo señalara años atrás Benedicto XVI, una nueva «ágora», una plaza pública y abierta en la que las personas comparten ideas, informaciones, opiniones, y donde, además, nacen nuevas relaciones y formas de comunidad (CF. Benedicto XVI, 47 Jornada Mundial de las Comunicaciones, 2013). El Covid-19, como a muchos otros, nos tomó desprevenidos y la cultura de las redes sociales, y sus cambios en las formas y los estilos de la comunicación presentan, en adelante, todo un desafío para quienes desean llevar la Verdad a sus hermanos. 

Pero esa acelerada migración digital nunca pondrá fin a la multiforme tarea pastoral que se debe desarrollar de modo presencial y directo en ámbitos tan exigentes como el campo social, en el que la evangelización entraña un camino de diálogo a favor del pleno desarrollo del ser humano y el bien común. Y, ni qué decir en las celebraciones de los sacramentos, donde es Cristo quien actúa y sale a nuestro encuentro personal y comunitario.

Me pregunto: ¿Cuántos obreros han ofrecido sus servicios y los hemos descartado por no ajustarse a nuestros esquemas cerrados? Ante interpretaciones limitadas del servicio, ¿hemos superado la clericalización de los laicos y la desclericalización de los sacerdotes que no permiten ver la complementariedad entre unos y otros? ¿Hemos logrado entender que el lugar por excelencia para el ejercicio de la vocación laica es el mundo con sus realidades económicas, sociales, políticas y culturales? 

Los nuevos desafíos exigen respuestas audaces, y no es momento para añorar tiempos pasados. Tal como lo expresa el Papa Francisco: “hemos de asumir con realismo y amor nuestra cultura y llenarla de Evangelio. Somos enviados hoy para anunciar la Buena Noticia de Jesús a los tiempos nuevos. Hemos de amar nuestra hora con sus posibilidades y riesgos, con sus alegrías y dolores, con sus riquezas y sus límites, con sus aciertos y sus errores”.

 

*Arzobispo Metropolitano

PERIODISTA: Redacción Diario Extra

EMAIL: [email protected]

Lunes 11 Julio, 2022

HORA: 12:00 AM

CRÉDITOS: Mons. José Rafael Quirós*

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