Los niños ocupan toda su atención

Editorial

Llevamos mucho tiempo en que, como sociedad, le estamos quedando mal a la población de los más pequeños de la casa, primero porque no les prestamos la atención necesaria y segundo porque, como producto de las múltiples ocupaciones que tenemos, tendemos a invisibilizarlos.
Para nadie es un secreto que muchos padres de familia y encargados de menores encontraron en los celulares las niñeras perfectas que mantienen a sus hijos entretenidos, y además no hay que pagarles un salario, cargas sociales ni piden vacaciones, pero lo que no pueden hacer estos dispositivos es darles amor y atención, lo que muchas veces solo reciben de personas ajenas a su familia. Porque esto ha pasado casi siempre, por lo general alguien conoce más a los niños que sus propios padres, quienes además de delegar el cuido parece que también les dejaron en sus manos darles cariño, atención y además la gran tarea de educarlos.
Precisamente esta situación que hemos planteado nos lleva a una circunstancia crítica, pues según estadísticas en poder del Patronato Nacional de la Infancia (PANI) 2.544 menores han intentado suicidarse en el último año.
Como si esta cifra no fuera lo suficientemente alarmante, lo debe ser que estas cifras crecieron en un 90%, lo que quiere decir que los pequeños están pasando por fuertes depresiones y nadie se percata en sus hogares, decimos que en sus casas porque en estos dos años no estuvieron asistiendo a clases, de modo que no había posibilidad de que las maestras lo detectaran.
Eso también nos lleva a rescatar la importante labor que hacen los centros educativos al detectar a los niños abusados, maltratados, ignorados y en peligro por omisiones o acciones de sus progenitores.
Este es un tema que aqueja a muchas personas a nivel mundial, de hecho, más de 800 mil personas se quitan la vida cada año, según revelan datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). El suicidio es la segunda causa de defunción en adolescentes y jóvenes de 15 a 29 años. En el mundo cada 40 segundos alguien decide acabar con su vida.
Y en Costa Rica lastimosamente no estamos ajenos a este tema, pues en lo que va del año varias personas han decidido terminar con su existencia de diferentes formas, dejando en todos los casos un vacío más grande en sus hogares.
Pero es entonces cuando la gente empieza con los “hubiera”, el “qué estaba pasando”, el “cómo no nos habíamos dado cuenta de que algo le ocurría”, por dicha en algunos casos no pasa de un intento, sin embargo, no podemos perder de vista que al intentarlo una vez se puede empeorar.
Como país estamos con una gran deuda con los niños y adolescentes en temas de salud mental porque lamentablemente los adultos tendemos a minimizar estas situaciones y las hacemos pasar por berrinches, malacrianzas, cosas propias de la edad y hasta manipulación, sin tomar en cuenta que pueden ser signos de alerta, de que algo está ocurriendo.
Es importante recordar que las palabras que recibimos de otras personas muchas veces pueden hacernos más daño que un golpe. Las groserías, los apodos o las burlas terminan perjudicando mucho a los menores que los reciben.
Cuando vemos estas cifras, el corazón se nos estruja y nuestra mente entra en un mar de dudas, por qué, qué pasó, quiénes eran estas personas, cómo estarán sus familias y un sinfín de cuestionamientos que jamás tendrán una respuesta certera.
Después de ver ciertos casos nos preguntamos dónde estaban los parientes y los amigos de las víctimas para impedir que tomaran una decisión así. Quien decide suicidarse le quita la paz a los que conformaron su entorno, queda un sinsabor de que quizá pudo haberse hecho algo.
El suicidio tiene muchas causas, aseguran los expertos: emocionales, psiquiátricas, económicas, por relaciones interpersonales, consumo de licor y/o drogas, estrés, etc.
Todos debemos tener claro que la depresión no siempre se manifiesta con tristeza ni se detecta cuando alguien amenaza con matarse, de hecho, muchos de los que se quitan la vida siempre andaban una sonrisa de oreja a oreja.
Hay otras señales que todos debemos entender, no solo para estar alertas por nosotros, sino por cada una de las personas que tenemos a nuestro alrededor: dejar de bañarse, no ir a trabajar para quedarse a dormir, no comer nada o ingerir alimentos en exceso, entre otros, pueden ser señales a las que vale la pena ponerles atención.
No olvidemos que “los suicidios son prevenibles. Para que las respuestas nacionales sean eficaces, se necesita una estrategia integral multisectorial de prevención”.