Soy una mujer de 43 años y vivo en unión libre. Tengo un vínculo de cinco años y vivimos juntos hace tres años. Por la pandemia, él se quedó sin trabajo y estamos viviendo con mi salario. El problema es que él está feliz, no hace por dónde conseguir un trabajo y ahora, hablando con la familia y amigos, me dicen que siempre ha sido quitado para el trabajo. No sé si eso se puede cambiar porque siento que tengo un chulo en vez de un hombre.
La pandemia ha generado una contracción económica en el mundo y en nuestro país y por eso muchas personas se han quedado sin trabajo, pero la mayoría se sienten muy mal e intentan por todos los medios conseguir alguna oportunidad laboral.
Desde luego, esto es muy diferente de aquellos que deliberadamente rehúyen las faenas laborales, y que tienen un historial de largos periodos sin trabajar, viviendo cómodamente a costas de familiares, allegados o de la misma pareja.
Estas conductas al inicio pasan desapercibidas, porque se ponen mil excusas para encubrirlas, pero con el tiempo se ponen en evidencia y generan, por un lado, un desconcierto creciente, porque resulta inverosímil que una persona no quiera trabajar, además de una enorme decepción.
Estas situaciones ponen en entredicho la estabilidad de la pareja, y a veces una conversación sincera, amigable y directa es más que suficiente para generar un cambio de actitud, desdichadamente en otros casos no resulta fácil y entre excusas y postergaciones los cambios no se concretan.
Ante este escenario tan desconcertante, algunos optan por romper el vínculo, a pesar de todo el dolor que conlleva, otros inician un proceso psicoterapéutico destinado a motivar el cambio, y algunos se resignan a vivir con un “mantenido”.
