El laberinto de los invisibles

Opinión

Si usted es mayor de sesenta años me va a entender. Si no lo es, prepárese para esta situación porque le tocará vivirla, sea que usted planifique o no su vejez.

Cuando se llega a los 60 años, como muchos de nosotros, nos encontraremos en un laberinto en el cual nos enfrentamos a diversas encrucijadas sin encontrar la salida, pues somos simplemente personas invisibles para el sistema gubernamental y el mercado laboral.

Muchos de nosotros nos encontramos sin empleo porque para el mercado laboral somos más que etéreos, simplemente no existimos así tengamos salud, la capacidad, títulos y la experiencia requerida.

Por más que nos hayamos preparado para la vejez obteniendo títulos universitarios, pagado cumplidamente lo correspondiente a la pensión de la CCSS, que adquiriéramos una pensión complementaria porque, sin ser agoreros, sospechábamos desde siempre que la administración de nuestros recursos en manos del Estado era, es y será un peligro inconmensurable, somos invisibles.

Los que llegamos a los sesenta años sin empleo nos encontramos en un pernicioso laberinto emocional, social y sobre todo económico en donde la prioridad más severa es la sobrevivencia.

No tenemos acceso a ninguna pensión de la CCSS porque o no tenemos las cuotas o no tenemos la edad, nuestra operadora de pensiones no nos da nuestro dinero porque dependemos del veredicto de la CCSS.

Si ya de por sí el mercado laboral es infame con los jóvenes, los mayores de sesenta años sencillamente no existimos.

La realidad nos dicta entonces que no tenemos alternativa alguna para subsistir más allá que la de aprender a no comer, a vivir debajo de un puente que no se puede porque igualmente están llenos de gente viviendo ahí, pedir limosna en calles que ya están abarrotadas de personas suplicando una moneda, o volvernos una carga para nuestros hijos, que por demás están sin empleo o con uno a medias y mal pagados.

Este es el país en que los políticos de turno nos han convertido. Estamos muy cerca de perder nuestras casas, las cuales hemos pagado puntualmente mes a mes durante muchos años, todo porque no tenemos posibilidades de tener algún ingreso.

¿Es mi responsabilidad encontrarme en esta situación? En verdad que no lo es. De joven decidí no laborar en el sector público porque nunca me gustaron las componendas políticas ni la dedocracia.

Y a pesar de que conozco personas que con tan solo cincuenta y cinco años están pensionados con sendos ingresos, no les critico, ellos sí laboraron para el sector público.

Por eso es entendible, más no correcto, que este sector crezca sin medida cada año, pues nos envían el mensaje de que en el sector público las condiciones imperantes corresponden a otro mundo.

De igual manera es entendible, e igualmente incorrecto, que los diputados quieran someter a este sector a la crueldad del sector privado. Porque según mi criterio la idea no es que todos estemos mal.

Desde muy joven adquirí una pensión complementaria para evitar llegar a viejo y no tener ingresos y me dicen ahora que debo esperar hasta los 65 años. A pesar de tener un ROP de ¢21 millones, no puedo recibir un centavo. Además, desconocía que mi dinero depende de si la CCSS quiere o no pensionarme.

Les propuse usar ese ROP para pagar las cuotas que me faltan para la pensión de la CCSS y me vieron cara de loco, cuando es una opción con recursos por los que coticé durante mi vida laboral. Es mi dinero.

Si alguno de ustedes estimados lectores tiene la receta para convertir en visibles a personas como yo, agradecería sus consejos. Mientras tanto estoy tomando un curso intensivo de sobrevivencia ya casi al desnudo para ver si logro encontrar la salida de este lamentable laberinto en el que me encuentro con gran cantidad de personas en igualdad de condiciones.

PERIODISTA: Redacción Diario Extra

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Miércoles 01 Septiembre, 2021

HORA: 12:00 AM