¿Impedir la libertad de conciencia de los educadores?

María Cecilia Dobles Yzaguirre

En estos días leí la noticia de que el Consejo Superior de Educación señaló su oposición, para los docentes, a la libertad de conciencia en el proyecto de ley de empleo público. Me pareció que estaba leyendo mal. Releí y recordé una frase de don Omar Dengo, insigne educador costarricense de principios del siglo pasado: “El problema social es problema de la educación por excelencia”.
¿Qué nos pasó durante la pandemia? ¿Habremos descendido tanto en el ámbito social que ya abrazó a la educación, o viceversa? No podemos perder de vista que la educación es el pivote fundamental de un país y la libertad individual en una democracia como la de Costa Rica debe ser incuestionable. ¿Estaremos echando marcha atrás? ¿El educador dejará de ser libre? Si tratamos a los maestros como robots, que no pueden pensar con opinión propia, ellos tratarán a sus estudiantes de la misma forma. Se educa con el ejemplo.
Don Omar también decía “Estamos en el plano de la imitación y hay que ascender al plano de la creación”. Me pregunto: ¿Hemos ascendido? ¿O más bien nos hemos acomodado a lo que dictan las normas de otros países? ¿Podemos ser creativos si nos dicen lo que tenemos que hacer? ¿Cómo van a ser preparados los jóvenes hacia una formación libre por educadores cansados de normas obligatorias para lo que tienen que hacer? ¿Desconfiamos de su formación? Pareciera que es así. Entonces el Consejo debería más bien evaluar esa formación y ordenar las medidas pertinentes para mejorar, pero nunca coartar libertades.
No puede ser que desde el máximo órgano responsable de la enseñanza oficial de Costa Rica se niegue el derecho individual del educador y de su libertad de conciencia, aduciendo un “interés público” o “bien común”, según su criterio. Pareciera que con semejante posición podríamos estar perdiendo el derecho de crianza de nuestros hijos, bastión de la democracia, para dar cabida a valores extraños a los nuestros.
Jamás nos podríamos oponer al derecho individual y colectivo de las personas a optar por una condición particular, pero eso no implica que nos limiten el pensamiento y la libertad respetuosa hacia los demás. La objeción de conciencia se podrá entonces asumir responsablemente, sin que limite, violente o impida el goce de derechos de otras personas. Lo que falta, entonces, no es limitar la libertad individual, sino más bien, mayor educación en valores para el trato respetuoso hacia los demás, sus condiciones y sus formas de ser y de pensar. Educar es mucho más complejo que normar. Optaron por lo segundo.
Según el Consejo Superior de Educación, todos los programas de las distintas áreas de conocimiento y de los niveles educativos del MEP, tienen como eje transversal el respeto de los derechos humanos. Entonces ¿por qué el temor que tienen y que intenta cercenar conciencias? La libertad es un derecho humano por excelencia. Parece contradictorio. Por eso Paulo Freire decía: “Desconfiaré de quienes me digan, en voz baja y precavidos: Es peligroso hacer. Es peligroso hablar. Es peligroso andar…”.

*Educadora

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Miércoles 11 Agosto, 2021

HORA: 12:00 AM

CRÉDITOS: María Cecilia Dobles Yzaguirre*