Saquemos el acoso escolar de las aulas

Editorial

Los estudiantes tienen dos semanas de haber vuelto a las aulas luego del receso decretado por el Ministerio de Educación Pública (MEP) para ver si se bajaba la curva de la pandemia por Covid-19.
Lastimosamente, con los estudiantes también volvió a clases una acción muy desagradable llamada “bullying” o acoso escolar, que afectará a miles de niños y jóvenes, quienes en lugar de ver con felicidad el retorno a la enseñanza lo toman como toda una tortura.
Se calcula que cuando menos 50% de los escolares o colegiales son intimidados dentro de las aulas, en los recreos y hasta por medio de las plataformas tecnológicas, donde lastimosamente se ha extendido de manera muy rápida esa nociva práctica.
Muchos pensaron que con la pandemia los casos de acoso escolar disminuirían, sin embargo, y lastimosamente, nada más cambiaron de escenario, pues dejaron las aulas para pasarse a las redes sociales, las clases por medio de Zoom e incluso los mensajes de texto y vía WhatsApp o por plataformas similares.
Otro dato importante, y que no podemos pasar por alto, es de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), mediante sus estudios, ha determinado que Costa Rica ocupa el segundo puesto en Latinoamérica donde se da más el “bullying”.
Es lamentable saber, según datos de la OCDE, que al menos el 11% de los niños que entrevistaron afirma haber sido víctima de algún compañerito, amiguito, conocido, o en algunos casos, por parte de otros menores con quienes no tiene ninguna relación.
Más allá de las acciones que pueden suceder en etapas tempranas de la edad, el acoso escolar comprende uno de los fenómenos sociales que más impacta en diversas etapas de la vida. Es importante que saquemos el “bullying” de las aulas, resulta justo y necesario que como adultos estemos más pendientes de lo que hacen los menores que nos rodean porque no tienen la potestad para desgraciarle la vida a nadie.
En casos más graves, los afectados han tomado decisiones lamentables como atentar contra sus propias vidas, pues llegan a tal punto de acoso que desean abandonar este mundo y dejar atrás tanto el dolor como el sufrimiento que los embarga al verse inmersos en un entorno sin paz.
Pero la principal tarea que tenemos consiste en educar a nuestros hijos y todos los jóvenes que tengamos cerca para que aprendan que nadie tiene derecho a ofender, denigrar, golpear o aprovecharse en ninguna forma de otras personas.
Lo importante es que busquen la ayuda de un adulto para solucionar el problema, convertirse en víctimas silenciosas no favorece en nada y muchas veces termina en tragedia.
El mayor mal que encaramos es que las autoridades a cada rato anuncian campañas con bombos y platillos, sin embargo, a la hora de llegada los resultados no se tornan palpables, ni mucho menos dan verdaderas capacitaciones a los maestros y profesores para luchar contra este flagelo.
Además, existen muchos docentes que a como sea se quitan el tiro o se hacen los locos con tal de no involucrarse en un problema, al punto que prefieren obviar comportamientos de acoso para evitarse los trámites que implicaría formar parte de una investigación.
Necesitamos más acciones que campañas, ocupamos un verdadero compromiso por parte del personal docente, de los directores, de los orientadores, de los padres de familia, pero también de los jóvenes que ven cómo sus otros compañeros actúan mal y no denuncian.
Recordemos que el silencio nos hace cómplices de todas estas situaciones anómalas, lo mejor es hablar, señalar lo que no es correcto, pero sobre todo dar acompañamiento a los niños y jóvenes de nuestros hogares, no vaya a ser que resulten víctimas o acosadores sin que nos hayamos dado cuenta.

PERIODISTA: Redacción Diario Extra

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Jueves 22 Julio, 2021

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