El capricho del tren eléctrico

Editorial

El tren eléctrico de pasajeros en la Gran Área Metropolitana (GAM) no es más que un capricho que se está orquestando desde el Instituto Costarricense de Ferrocarriles (Incofer) y el despacho de Claudia Dobles, primera dama de la República.

Como se le reiteró en innumerables ocasiones al Poder Ejecutivo, un tren eléctrico debe ser económico y acorde con las necesidades del público que utiliza este servicio, sin embargo, parece que en el Incofer se hacen de oídos sordos.

El gobierno nos vende la idea del ferrocarril como si fuera la pomada canaria para solucionar la movilidad dentro de la Gran Área Metropolitana. El Incofer desarrolló la audiencia pública para evaluar y discutir el borrador del cartel licitatorio, cuya exposición resultó más de lo mismo.

Pero lo que más llamó la atención fue cuando Mario Durán, gerente del proyecto, reconoció que el tren por sí solo no resuelve la movilidad dentro de la Gran Área Metropolitana. Esa frase dejó entrever que se trata de un mero capricho, que el Ejecutivo quiere jugar con las finanzas del Estado y asumir un proyecto megacostoso.

Esa frase que pronunció Durán es una contradicción más en torno a este proyecto, en especial cuando en el Incofer se gastaron millones para promocionar en redes sociales los famosos hashtags (etiquetas) “#Quenosenosvayaeltren” o “#Trenparalagente”, publicaciones que cansaban a aquellos que cuando entraban a Facebook era lo primero que les salía.

En un momento donde el país requiere esfuerzos importantes para la contención en materia del gasto, en donde se les pide a todos los sectores a que se soquen la faja para mejorar las finanzas públicas, el Ejecutivo sigue encaprichado en impulsar este proyecto.

Para el gobierno hay crisis para vivienda, para atender la Caja Costarricense de Seguro Social, para ayudar a los taxistas en los problemas que más los afectan, en cualquier campo pero la crisis no desaparece o no está en su discurso cuando se habla de tren eléctrico, lo cual resulta contraproducente.

Hay algunas situaciones nadie comprende: cómo el gobierno se vuelve un niño caprichoso que pide lo que quiere cueste lo que cueste. Ni siquiera se sabe si el crédito por $550 millones por parte del Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE) se aprobará en el Congreso, ni si el gobierno que los suceda le dará continuidad al proyecto.

Aquí hay otro punto oscuro, en una jugada estratégica o sucia, esta administración le quiere dejar amarrada la contratación por medio de la concesión a como dé lugar, y así el siguiente gobierno tendrá que comerse las broncas que se generen producto de eso.

Un tren eléctrico de $1.550 millones y que vendieron con cinco líneas, pero que al final se busca implementar una, la del Atlántico-Alajuela, pone en entredicho si realmente el gasto, o perdón, la “inversión”, como quiso decir el presidente Carlos Alvarado, es la solución para mitigar el problema de la congestión de las presas o se logrará eliminar los cuellos de botella ahí presentes.

Son más dudas que respuestas claras lo que nos deja este tren. ¿Por qué es más caro en hora pico (¢800) que en la conocida hora valle o de menor demanda de tránsito (¢600)?

¿De cuánto será finalmente el aporte estatal? ¿Por qué se quiere amarrar la concesión a 35 años con posibilidad de extenderla a 50? Si el proyecto será concesionado, por qué el Estado deberá asumir el costo de las fallas eléctricas o técnicas que experimente el ferrocarril. Es una muestra más de la incapacidad en el proceso de manejo de dicho transporte público.

Dejemos el capricho para después, que el tren no es la única solución para el país. Se necesita entrarle al desempleo, a la pobreza, al narcotráfico y los problemas de inseguridad ciudadana, a todo lo que agobia al país.

PERIODISTA: Redacción Diario Extra

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Jueves 10 Junio, 2021

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