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Opinión

Recibamos el 2021 sin olvidar las lecciones del 2020

Tinta con sentido

Hemos dejado atrás un año que muchos consideran el peor de la historia reciente de la humanidad. No hay duda, fue un año que trajo dolor, que inspiró miedo, que cubrió de luto millones de hogares alrededor del mundo y amentó la pobreza en las naciones. Fue un año que nos quitó la paz y arrebató la alegría de disfrutar el beso de un nieto, el abrazo un ser querido y la felicidad de compartir con los amigos.
El 2020, sin embargo, también será recordado como un año que nos llamó a la reflexión, que nos forzó a revalorizar nuestras prioridades y a poner en perspectiva nuestra vida; que nos hizo recordar que podemos vivir sin excesos, que el mayor bien al que podemos aspirar es la salud, que los amigos son parte importante de nuestras vidas y que la familia es una bendición.
Este ha sido un año que nos sacó de nuestra zona de confort obligándonos a ser creativos, a descubrir cualidades y destrezas que posiblemente hubieran permanecido dormidas si no fuera por la necesidad o el tedio de permanecer recluidos. Niños, adultos y personas mayores hemos tenido que afinar nuestras habilidades para hacer uso de la tecnología como un recurso para investigar, aprender, trabajar, comprar o simplemente para estar en contacto con aquellos que amamos a la distancia.
La solidaridad se hizo presente, la fe se avivó en los fieles, recordamos cuán importante es la higiene y volvimos a agradecer por estar vivos, por tener alimento, trabajo y salud. El respeto y la admiración por médicos, enfermeras, científicos, investigadores y trabajadores que realizan tareas esenciales para el funcionamiento de nuestra sociedad se hizo sentir.
Si queremos ser justos con el 2020, debemos poner en una balanza lo que padecimos, lo que aprendimos y lo mucho que podemos rescatar de un año que nos obligó a recordar que somos una sola humanidad, que tenemos un hogar común que es la tierra y que los seres humanos estamos llamados ayudarnos los unos a los otros. El 2020 dejó claro que no hay cabida para el egoísmo y la indiferencia, pues solo unidos podremos enfrentar con éxito los males, como esta enfermedad que no hace distinción entre jóvenes y viejos, que no respeta fronteras, condición social, ideología o credo.
Este año también hizo evidente cuan poco preparados estamos los países para atender una pandemia, la importancia de contar con liderazgos fuertes, positivos y capaces de guiar a los pueblos en momentos de crisis, la enorme brecha educativa que amenaza con el rezago y la deserción de millones de estudiantes, lo frágil de la economía, el impacto que los humanos causamos en la naturaleza, la necesidad que tienen nuestros pueblos de practicar una cultura de respeto y disciplina y la urgencia de implementar cambios y reducir el tamaño del Estado.
Son muchas las lecciones que nos dejó el 2020, la pregunta es si las hemos aprendido, si queremos hacer algo al respecto o si seremos capaces de aplicar las lecciones que nos dejó la pandemia. Este año comprometámonos a asumir con seriedad el reto más importante que posiblemente tendrá nuestra generación: dejar a un lado la confrontación y trabajar unidos por Costa Rica. La crisis no nos da tregua, no hemos vencido el Covid, hay hambre y nuestra economía se derrumba, todo lo cual amenaza seriamente la paz social que hemos disfrutado por tanto tiempo.
Por diez largos meses los costarricenses hemos demostrado que podemos ser fuertes, que nos adaptamos a los cambios, que tenemos la capacidad para enfrentar la adversidad con paciencia, los miedos con valentía y las limitaciones con resignación por lo que no tengo duda que tenemos el carácter para solventar nuestras diferencias, comprometernos para aplicar lo aprendido y reconstruir juntos el país.
Comencemos el 2021 dando gracias a Dios por lo bueno y lo malo, por estar vivos y tener una nueva oportunidad para construir un mundo mejor para todos, por amar y ser amados, por haber aprendido a valorar todo aquello que dimos por sentado, por entender que atrás de una mascarilla hay quien cuida de tu salud como un bien preciado y por entender que a pesar de todo somos un pueblo privilegiado.
Vivamos este 2021 con esperanza, optimismo y fe, confiados en que hoy somos mejores personas que ayer, que la adversidad nos hizo más fuertes, agradecidas, solidarias, empáticas y resilientes; capaces de tejer sueños junto a nuestras familias, de reconocer nuestras bendiciones y de aplicar las lecciones que nos dejó el 2020.
Que el Señor bendiga todos y cada uno de los hogares del mundo, nos dé salud, nos señale el camino y nos permita caminar juntos hacia un mundo mejor.

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Sábado 16 Enero, 2021

HORA: 12:00 AM

CRÉDITOS: Gloria Bejarano Almada

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