Como apunta el dicho sobre la velita, “ni tan cerca que queme al santo, ni tan lejos que no lo alumbre”. Por increíble que parezca, según estudios realizados, el aire del interior de los hogares puede estar incluso más sucio que en el exterior debido a que la lista de elementos contaminantes se torna tan grande que basta con leerla para que brote la urgencia de colocarse en el rostro una mascarilla.
Y si no lo cree, siga leyendo, pues resulta que entre los elementos más contaminantes se encuentran los siguientes: Biocidas, antimohos, pinturas, detergentes, plásticos, alfombras, materiales de construcción, ropa, productos de aseo y cosméticos, muebles, ambientadores, productos de limpieza, ya que todos son un foco de sustancias químicas con los que convivimos diariamente en casa y poco a poco nos van intoxicando. Una vivienda es una especie de almacén de sustancias contaminantes, un tipo de contenedor en que se concentran la polución “del aire exterior que entra en la vivienda y la del interior”. Cada componente tiene sus particularidades. Unos son irritantes, otros tóxicos, y todos se acumulan. A simple vista, la limpieza concienzuda parece lógica, pero si se mira de cerca no lo es tanto, pues la mayoría de los productos contiene ingredientes capaces de dañar la salud de los seres humanos y al limpiar la casa podemos ensuciarla químicamente. El empleo indiscriminado de limpiasuelos, multiusos, limpiacristales, abrillantadores de muebles, desengrasantes, limpiahornos o quitamanchas introduce en las viviendas un cóctel químico que se ha llegado a asociar al asma y problemas respiratorios. Algunas de estas sustancias “también pueden ser irritantes, neurotóxicas, alergénicas, sensibilizantes, alteradoras hormonales, causantes de anomalías congénitas o cancerígenas”, según los expertos.
• OBSESIÓN •
La casa no es un quirófano y además el olor persistente a desinfectantes no es sinónimo de olor a limpio, sino de una obsesión que puede traer consigo más peligros que beneficios. Con tanto producto, metemos en nuestra vivienda sustancias químicas como formaldehído, ftalatos, éteres de glicol, tolueno, estireno, xileno, cloruro de metileno, dietanolamina o nonilfeno. Todas pueden ser peligrosas por sí mismas en concentraciones elevadas, pero también en dosis muy pequeñas de forma prolongada en el tiempo. La falta de atención que se presta a las etiquetas de los productos como los ambientadores es preocupante, pues en casi todos se pone que no se usen en lugares que no estén bien ventilados, pero la gente hace caso omiso a este tipo de sugerencia. De hecho, a esta advertencia pocas personas le prestan atención y, en cualquier caso, es difícil de cumplir. Las consecuencias son preocupantes y van en aumento. Las sustancias irritantes de los productos de limpieza pueden provocar, entre otras afecciones, conjuntivitis, faringitis, tos, bronquitis y patologías como el asma, además de alergias.
