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Opinión

Argumentum ad ignorantiam

Pablo Andrés Céspedes Solís

Este artículo valora ciertas imprecisiones y falacias epistemológicas en las que considero ha caído el académico Pablo Chaverri en su artículo “La ciencia refuta a la religión” del pasado jueves 17 de septiembre en la página de Opinión.
Mi argumentación se plantea desde la epistemología propiamente. Deseo referirme a ciertas imprecisiones del artículo de don Pablo Chaverri que alude a una falsa oposición entre ciencia-religión y una imagen negativa de la religión. En primer orden, no se puede denigrar una empresa humana, como la religión, para dar validez a la otra, como es la ciencia. En segundo orden, la ciencia se encarga de dar explicaciones a fenómenos sensibles, por lo que su campo de observación y deducción es limitado. La ciencia se esfuerza por dar explicaciones razonadas sobre los fenómenos que puede observar y cuantificar. Sin embargo, existe un inmenso océano de conocimiento al que la ciencia no ha podido dar explicación. La filosofía y la teología aportan conocimientos igualmente válidos que explican, con sus propios métodos, de lo que la ciencia nada o poco nos dice. Puede no haber una contradicción. El evolucionismo es una teoría científica que explica el cómo pero nunca responde al por qué. La eterna pregunta del por qué estamos en este mundo no lo responde un científico, ellos comunican simplemente el resultado de las investigaciones. La ciencia es punto de arranque y nunca de llegada. Un teólogo eventualmente sí ofrece una explicación a estas preguntas que aquejan al ser humano desde el fondo de los tiempos. Debemos respetar cada campo del saber. Que cada profesional, con la honestidad intelectual que le reviste, se esfuerce por ofrecer la mejor respuesta a los principales cuestionamientos que lo interpelan. Pero no debemos crear ni falsas dicotomías ni falsos problemas.
Considero incorrecto que el señor Chaverri plantee este falso dilema. Esta falacia lógica de que solo existen dos explicaciones al problema del origen, como él lo plantea entre “creacionismo” vs. “evolucionismo”. Ambas responden sobre el origen desde perspectivas y fundamentos diferentes, pero no necesariamente divergentes. Atacar al creacionismo desde el evolucionismo es un grave error epistémico. El cientificismo es una ideología por lo que termina en una falsa conciencia. Por sí mismo es arrogante e ingenuo, pero, ante todo, incorrecto. Nuestro conocimiento de la evolución, con su imprevisibilidad, contingencia y aleatoriedad es, después de todo, un conocimiento humano.  La ciencia se esfuerza por explicar este proceso. El científico, creyente o no, trabaja por validar su conocimiento. El científico podrá ser creyente, agnóstico o ateo, pero el conocimiento científico nunca podrá ser ni teísta ni ateo.
Me parece injusta la valoración que don Pablo le asigna a la fe y la vida religiosa de las personas y, por ende, de las sociedades y países. Su apreciación de que, en los países religiosos, donde “lógicamente se reza más”, existe más pobreza, violencia, desigualdades; y por el contrario los países “ateos” son más desarrollados, prósperos y educados, que se deba a que el problema es la creencia, es absolutamente falso. Él bien sabe, como lo sabemos todos, que el problema de la injustica, subdesarrollo, violencia que afecta a muchos países se debe (dejando por fuera la corrupción política), en gran parte, por la explotación, el genocidio, el colonialismo y la violencia exacerbada que sufrieron por siglos de manos de esos países que él llama “educados y pacíficos”. Fue en la Conferencia de Berlín de 1884-1885 donde esos países ateos que usted tanto defiende como “prósperos e igualitarios” se repartieron el continente africano como un pastel iniciando una masacre y colonización sin precedente histórico. Fue un científico inglés,  Tylor, quién propugnó el evolucionismo social, como teoría científica, para explicar el “estadio salvaje” de los pueblos africanos y así “justificar” el dominio, la explotación, la esclavitud, la xenofobia y el colonialismo. Quizás esa imagen que tiene de romantizar estos países está lejos de la verdad. Sólo Leopoldo II, el magnánimo emperador belga, educado en el más fino clasismo europeo, asesinó a 10 millones de congoleños en su colonialismo al país africano. Todas las fortunas de los países europeos se forjaron de la explotación de los recursos y mano de obra esclava de América y África. Sus riquezas tienen un origen geopolítico y económico, nunca producto del ateísmo. Su prosperidad a cambio de la pobreza y marginalidad de otros. Los actos de violencia, la corrupción, el despotismo son producto de la poca sensibilidad de unas personas sobre otras, nunca de la religión por sí misma. Errores históricos todos los conocemos. La violencia es un problema de conciencia y de educación, nunca de la religión. Afirmar lo contrario es una presunción ingenua. Solo para refrescar la memoria, no se nos olvide que los totalitarismos ateos (ese ateísmo que usted tanto defiende) fueron los que causaron más de 100 millones de muertes en el siglo XX: nazismo, comunismo, fascismo y estalinismo.
Por último, usted afirma que la neurociencia refuta la existencia del alma. Es absolutamente falso. La existencia del alma no es un problema científico. No existe un artículo de una revista en neurociencias que lo plantee.  La discusión científica de la neuroteología se ha enfocado más en la localización de experiencias religiosas a nivel cerebral, que en la demostración de la existencia del alma. Los experimentos realizados no pueden demostrar exactamente en qué consiste la experiencia religiosa ni pueden negarla; y tampoco pueden establecer si lo que muestran tales experimentos es una actividad cotidiana o religiosa. El estricto estudio biológico del cerebro no permite decidir problemas políticos, éticos, metafísicos o religiosos, lo que no significa que el cerebro no juegue ningún papel en las personas que se dedican a esas actividades. Es ingenuo pensar que el estudio del sistema nervioso va a permitirnos determinar la existencia de Dios.

*Antropólogo

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Miércoles 21 Octubre, 2020

HORA: 12:00 AM

CRÉDITOS: Pablo Andrés Céspedes Solís*

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