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Opinión

Justicia por cuenta propia se está saliendo de las manos

EDITORIAL

Es lamentable ver la forma en que nuestra sociedad se enfrenta con mayor frecuencia a problemas no solo de delincuencia, bajonazos, asaltos y temas de narcotráfico, sino que en la actualidad a esos delitos se suma que los asesinatos están a la orden del día y con mayores muestras de violencia. 

En otros tiempos, para resolver una querella o en las luchas de bandas se daba un tiroteo tras el cual acababa la historia, sin embargo, ahora quienes hacen estos trabajos se ensañan de una manera muy cruel, dejando a las víctimas con muestras de tortura, desmembradas y desfiguradas.  A esto se agrega otra situación que ya nadie puede obviar, se trata del hecho de que ya el pueblo no tolera que hechos de semejante brutalidad queden impunes, por lo que han optado por “arreglar” los asuntos con sus propias manos. 

Clara muestra de esta ley del talión, el ojo por ojo y diente por diente, es el incidente en el que los vecinos de un señor en San Carlos fueron a buscar a sus asesinos y los iban a linchar, solo que la llegada de las autoridades salvó a estos últimos. 

También conocemos casos donde han quemado gente, como hace un par de años en Alajuela, que encontraron a un par de sujetos robándose unas herramientas en un taller. De igual forma conocemos de incidentes donde los vecinos o la gente espectadora de un delito se aprestan a hacer que el delincuente pague por lo que está haciendo mal. 

Muchas veces el deseo de justicia hace que la gente decida buscarla por sus manos, lo cual posiblemente se agrava porque tal vez sienten que las autoridades no van a hacer lo necesario para que los culpables paguen por el daño causado. 

Claro ejemplo de eso fue el hombre que asesinó al violador de su hija. Cuando este iba camino a declarar, el padre tomó la decisión de apuñarlo como si no hubiera un mañana, ni las autoridades pudieron frenarlo. Quizá el coraje que tenía por lo que le había pasado a su pequeña hizo que tuviera una fuerza sobrehumana. 

Todos estos casos tienen un común denominador: la gente actuando en contra de otras personas que presuntamente cometieron delitos hasta ocasionarles grandes daños físicos o hasta la muerte porque consideran que la justicia no va a ser pronta ni cumplida. 

Más de uno ha tenido una sensación de no haber recibido justicia precisamente en el momento en el que dejan libre al o los responsables de haber hecho un daño, muchas veces se dura más poniendo una denuncia que lo que tardan las autoridades en soltar a los presuntos responsables. 

Precisamente, este sinsabor que se apodera de muchos en cuanto a los obstáculos para alcanzar la justicia los lleva a tomar medidas de retribución por mano propia, la mayoría de ocasiones sin pensar en las consecuencias que esto les puede traer.

Por un instante en que se dejan poseer por la ira, la cólera y la frustración, que posiblemente tengan justificación ante la parsimonia con que parecieran reaccionar en ocasiones las autoridades, podrían acabar por largos días en una cárcel. 

Con este panorama de delincuencia continua, que nos satura y pone a la defensiva, no se valora tanto si lo que se están robando vale 100 colones, medio millón o hasta muchos millones. 

La cuestión es que la gente está cansada de la impunidad del crimen, de que los ladrones entren a robar o se aprovechen de un descuido para hurtar algo por lo que se ha pagado un justo valor y tiene propietario con nombre y apellidos.

Es frustrante que lleguen las autoridades, encierren a los cacos apenas unas horas, en el mejor de los casos, y que luego los malhechores salgan y anden por la libre con posibilidades de volver a hacer de las suyas. El tema es que las jerarquías de las altas esferas del poder no desean entender que robo es robo, independientemente del monto sustraído. 

Definitivamente, la situación de la criminalidad en Costa Rica no la estamos inventando. Las estadísticas dan fe de que muchos delincuentes en los últimos meses perecieron, acabaron ejecutados por aquellos que en un principio eran sus víctimas. Esta situación debería encender las luces de alarma de quienes imparten justicia en este país, porque claramente algo no están haciendo bien. 

Así pues, se torna vital que todos nosotros hagamos un alto en el camino, porque está claro de que tampoco podemos matar gente porque sí ni menos prenderle fuego, ya que no hay duda de que cualquier elemento material puede reponerse, pero una vida es imposible devolverla.

Pensemos en el ejemplo que les vamos a dar a los más pequeños de la casa, pero sobre todo que proceder como un vigilante justiciero de las películas y series de televisión puede hacer que terminemos pasando una larga temporada lejos de nuestra familia y obligarnos a vivir el peor infierno de nuestras vidas. Recuerde: ir a la cárcel es de las peores cosas que puede experimentar un ser humano.

PERIODISTA: Redacción Diario Extra

EMAIL: [email protected]

Lunes 21 Septiembre, 2020

HORA: 12:00 AM

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