Soy un hombre divorciado de 32 años. Tengo una pareja desde hace ocho meses, pero no vivimos juntos. Ella nunca me había celado, pero ahora con la cuarentena casi no nos vemos y ella se ha vuelto muy celosa. Cada vez que salgo, sea a trabajar o hacer compras, me escribe, preguntándome dónde estoy y me pide que le envíe una foto para asegurarse que es cierto. Ella me gusta mucho, pero es agobiante tener que dar explicaciones y pruebas de cada lugar al que voy.
Las pandemias y particularmente el confinamiento suelen avivar diversos miedos e inseguridades en cada uno de nosotros. Particularmente las personas que apenas están empezando una relación, suelen, usualmente, albergar cierto temor a perder un vínculo que valoran como importante, sensación que se acrecienta con el distanciamiento que provoca la cuarentena.
Bajo estas circunstancias son muchos los temores que surgen, algunos temen que la relación simplemente venga a menos y se acabe, otros temen que surja una nueva persona que le “robe el amor” y están aquellos que temen que la pareja busque el afecto y el cariño en otras personas.
Estos temores, sean cual sea, es usual que desencadenen celos intensos, difíciles de controlar y que pueden llevar a pedir pruebas de la fidelidad de forma constantes y a veces de forma inverosímil.
Desde luego, el agobio, la desconfianza y el acoso que esto implica suele, con el tiempo, llevar al traste con la relación. Para evitarlo es necesario entablar una conversación destinada a devolver la confianza y permitir una interacción armónica. En algunos casos, el diálogo no basta y es necesario buscar ayuda profesional para poder superar la situación.
