Control migratorio en tiempos de Covid
Gilberto Campos Cruz*
Es inevitable la inmigración norte-sur a nuestro país, tan inevitable como pensar en estos tiempos que la mano de obra costarricense estará tan siquiera interesada o será suficiente para levantar las cosechas de café, caña de azúcar, banano, piña, además de una diversidad de productos agrícolas. Tan inevitable como la necesidad de la contratación de mano de obra en los sectores de la construcción y los servicios domésticos.
El cierre de la frontera terrestre norte, el patrullaje aumentado de nuestra Fuerza Pública y otros cuerpos de seguridad, más la colaboración de ciudadanos y empresas de transporte, si bien han logrado detectar la población migrante irregular, no la han detenido. El señor Ministro de Seguridad Michael Soto ha indicado que la detección de inmigrantes en condición irregular mayoritariamente se hace cuando salen a los caminos y carreteras para buscar transporte hacia sus destinos finales, claro está, ya en territorio costarricense.
La búsqueda de trabajo y la necesidad de mantener los lazos familiares hace inevitable que exista la inmigración norte-sur hacia nuestro país. Pasos ilegales, trochas entre la montaña, fincas privadas con un pedazo en Nicaragua y otro en Costa Rica, más de 300 kilómetros de frontera porosa sin posibilidad de vigilancia permanente, por la que circulan no solo personas de bien en búsqueda de trabajo, sino también grupos criminales, hace que el recurso policial sea insuficiente para las distintas tareas de patrullaje.
Ante este escenario, la alternativa es considerar en el marco de la emergencia sanitaria el reto de controlar la población inmigrante que de una u otra forma entrará a Costa Rica. Esa alternativa pasa por la formalización del flujo migratorio por medio del reforzamiento de las medidas sanitarias en el transporte internacional terrestre. Está visto que entre más se apriete el puño más se escurrirá entre los dedos, quizá la estrategia deba migrar al establecimiento de un único canal de ingreso, aprovechando las empresas que ya de por sí funcionan con los permisos de todos los gobiernos de la región.
Requisitos como exámenes previos negativos de Covid-19, permisos de trabajo emitidos por el gobierno solamente para empresas formalizadas y en cumplimiento de los derechos laborales de la población inmigrante estacional, control sanitario en punto de embarque, identificación de un domicilio conocido, controles de embarque y desembarque de punto a punto, trámite pre-chequeado migratorio en el punto de origen y paso rápido por la frontera, control sanitario en punto de desembarque, entre otros, son algunos mecanismos que pueden ser considerados para resolver el problema costarricense de la falta de mano de obra en los sectores, agrícola, construcción y transporte, entre otros, recurriendo a los mecanismos formales de transporte existentes y concentrando la actividad policial en este canal.
Si bien el tema es de alta sensibilidad tanto para xenófobos como para personas sin ese tipo de fobias, no se puede abstraer el asunto o desligarlo desde el plano eminentemente económico, en donde la población inmigrante, sea permanente o estacional, cumple un rol fundamental en el apalancamiento de nuestra economía. Mucho más en momento de crisis económica en el que el rumbo no se dilucida nada claro.
Es necesario que volvamos los ojos hacia la eficiencia en el manejo del control fronterizo, aprovechemos los canales existentes de empresas que durante años han trabajado con el público transfronterizo y que de una vez por todas iniciemos los procesos de apertura económica. La nueva realidad de la que muchos hablan es la misma realidad, pero con mayores cuidados sanitarios.
*Vicepresidente Consumidores de Costa Rica
