Nuestro Estado Social de Derecho se defiende
Franggi Nicolás Solano*
El Covid-19 nos dio una bienvenida abrupta y dolorosa en el 2020, no solo trajo consigo dolor ante la enfermedad, un fuerte golpe a la economía y un cambio radical en la interacción humana, sino que también llegó para desnudar las fortalezas y debilidades de cada país. Y puso sobre la palestra de cada nación la reflexión interna; si la inversión social hasta el momento ha sido suficiente para resguardar el bien más preciado de cada país: la vida y la salud de sus ciudadanos.
Dicen que, ante las duras pruebas es cuando apreciamos lo realmente importante y casualmente es por eso que esta crisis nos ha permitido darle el valor merecido al legado de nuestros padres fundadores, cuando forjaron el Estado Social de Derecho, el cual hemos dado por sentado, acostumbrados por la cotidianidad, a no valorarlo, quizás porque estas instituciones fueron heredadas del pasado y nacimos con ellas. El privilegio en ocasiones no nos permite ver tesoros en nuestro sistema social, el cual sin duda no es perfecto y debe ser mejorado, pero que hoy demuestra que ante la adversidad tiene la extraordinaria capacidad de protegernos indistintamente a todos y todas.
¿Hace cuánto tiempo nos detuvimos a valorar la importancia de algunas instituciones en nuestras vidas? Vale la pena en estos momentos consultarles a aquellos que han buscado con codicia desmantelar nuestras instituciones, si en momentos como estos, nuestro país podría hacerle frente a esta pandemia sin la CCSS, el ICE, el INS o la Fanal. Hoy más que nunca debemos dar un espacio para esa reflexión porque finalmente, en medio de una crisis y ante la gratitud que hoy sentimos por quienes desde la institucionalidad nos están protegiendo, nos permite ver con claridad que la institucionalidad por el bien de todos se defiende.
Nuestro país, aunque pobre, es sin duda una nación privilegiada, porque casualmente gracias a ese Estado Social de Derecho fuerte y robusto, esta Suiza Centroamericana ha logrado en medio de esta crisis sin precedentes hacer lo que otros países ricos lamentablemente no han podido: sortear con hidalguía la adversidad de esta pandemia.
Hoy nuestras instituciones trabajan a toda máquina; el ICE, la CCSS, el IMAS, la CNE, el CNP, la Fanal y otras tantas más se arrollan las mangas todos los días, acompañadas de miles de funcionarios públicos, quienes con un alto sentido de solidaridad y a pesar de las limitaciones existentes, se colocan en la primera línea de defensa contra el Covid-19. ¿Hoy nos sentiríamos igual de seguros si hubiésemos cedido a desmantelar estas instituciones? La respuesta es no. Gracias a Dios, no hemos caído ante la voracidad de algunos sectores, cuyo propósito ha sido siempre el repartirse a pedazos nuestro Estado, para satisfacer su sed de lucro y engordar sus billeteras. Tuvo que llegar esta pandemia para demostrarle a esos que hay actividades esenciales que nuestro país jamás debe ceder completamente a intereses particulares.
Justamente ese espíritu solidario que ha caracterizado a nuestro Estado Social de Derecho, que no mira clases sociales, sino que promueve el bien común, es el que como legisladora me comprometo a seguir defendiendo, sobre todo de los que solapadamente intentan con sus campañas de odio y desprestigio, un día sí y el otro también; debilitar nuestras instituciones para privatizarlas. Porque una lección que nos deja esta epidemia a nivel mundial es que nuestro Estado Social de Derecho es necesario.
Deseo concluir este artículo, compartiéndoles una frase que nos invita a la reflexión: “Apenas son suficientes mil años para formar un Estado; pero puede bastar una hora para reducirlo a polvo”. Lord Byron.
*Diputada
