Soy una mujer de 35 años que vive en unión libre. Tengo tres años de vivir con mi pareja y, aunque nos llevamos bien, siento que la relación está mal, porque a todo lado que vamos, aunque sea a comer un domingo, siempre lleva a la mamá. Los fines de semana la llama cinco o más veces. Cuando compramos algo para la casa, el parecer de ella es el que casi siempre se impone. Ella es una persona sana, tiene otros hijos, pero me molesta que casi no tenemos privacidad.
Los estudios clásicos de Bermann destacan, entre muchos otros hallazgos, el riesgo enorme que representa para la estabilidad de la pareja la intromisión de los padres. Tanto que, en las etapas iniciales de la vida en común, es la primera causa de separación. La vida en pareja siempre ha necesitado de cierto grado de privacidad, y esta necesidad se ha incrementado en los últimos años, debido a todas las transformaciones culturales acontecidas, de ahí que, hoy más que antes, un mal manejo de la relación con los padres puede llevar al traste con el proyecto de pareja. Desde luego, los padres debemos tener la sabiduría necesaria para estar al margen de la relación, procurando que los hijos vivan su vida, sean independientes y ver con buenos ojos que hagan su vida a su manera. Por el contrario, cuando los padres se vuelven protagonistas de la relación de pareja, es muy común que tanto ellos como el hijo no lo vean contraproducente, y, por tanto, no hagan nada para resolverlo, y puede más bien que piensen que el malestar de la pareja es irracional y malintencionado. Por eso, siempre es recomendable la consulta profesional para que sea el psicólogo, a través de un proceso, quien resalte los efectos nocivos de este tipo de relación y propicie formas alternas de interacción.
