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Sucesos

Bebés pasan Navidad con mamás en cárcel

Reclusas narran sus días a DIARIO EXTRA, Desamparados

  • Yuseth Rodríguez, tiene cuatro meses de embarazo y desde su cuarto en la prisión mostró la ropita que le tiene a su retoño

  • Las privadas de libertad celebran desde ya la llegada de la Navidad, donde harán una cena para todas

  • Damaris Evell Olivas, tiene ocho meses de embarazo consumía por día entre cuatro y seis botellas de alcohol en la calle

  • Para noche buena las 32 reclusas harán una cena en compañía de 25 bebés que están presos con sus madres

DIARIO EXTRA visitó el ámbito llamado Casa Cuna en la cárcel El Buen Pastor, en San Rafael Abajo de Desamparados, donde 32 privadas de libertad permanecen con sus hijos menores de tres años y se preparan para recibir la Navidad y fin de año.

Estas mujeres cumplen diferentes condenadas y delitos (narcotráfico, homicidio, estafa, robo agravado, etc) y llegan a este sector del presidio cuando tienen 8 meses de embarazo y tras dar a luz estarán con ellos hasta que cumplan los 3 años. Actualmente hay 25 bebés.

Luego de una minuciosa valoración de los profesionales del Ministerio de Justicia, el niño (a) pasa a cuido de los familiares cercanos (mamá o hermana) de la reclusa o del Patronato Nacional de la Infancia, que lo cuidaran hasta que la madre cumpla la pena impuesta.

Durante el recorrido que hizo El Periódico de Más Venta en Costa Rica, comprobó que existen 9 embarazadas, que disfrutaran una cena de noche buena y de fin de año, gracias al aporte de sus familiares, que intentan que pasen un rato agradable pese a estar encerradas.

Yuseth Rodríguez Angulo, de 25 años, lleva cuatro años presa de los ocho que fue condenada y espera su segunda hija. 

“Estoy descontando una pena por el delito de robo agravado e intento de homicidio, tengo dos meses de haber ingresado nuevamente luego de haber salido con un beneficio para trabajar en una panadería, pero tuve una recaída y me retrocedieron.

Tengo 4 meses de embarazo de una niña, será mi segunda bebé, el padre de la criatura no sabe, pero en Casa Cuna no me falta nada, la ayuda de la gente de la calle es buena y de las autoridades. Pese a todo eso es duro estar aquí, le fallé a mis padres a pesar de que siempre me apoyan y ahora son los que tienen a mi otra hija de 7 años, que extraño mucho y más en estos tiempos”, recuerda.

 

FRENO DE MANO

 

Rodríguez Angulo, agregó que tiene muchas actividades en las que participa en diciembre.

“No se puede comparar la calle, donde está con su gente a estar privada de libertad, es muy difícil, me arrepiento de lo que hice por causa de consumir crack y me prostituida en las calles de San José, donde mis clientes me daban droga.

En ese tiempo no sabía que estaba embarazada y como tenía orden de captura luego de no presentarme al centro me agarraron y venía con mes y medio de embarazo. Es horrible andar en fuga, pasaba por el sector donde me la tiraba y la chuspa me saludaba y eso fue incitación y recaí”, recordó.

Esta joven dice que en un hotel capitalino también se escondía de la policía.

“Es un reto bien grande, estar acá sin consumo, ahorita no me hace falta, trato de ser fuerte y aprendí a amar a mi bebé, lo espero con anhelo, tengo la fe en Dios de salir pronto.

El otro año cumplo la media pena y espero estar con mis hijas y mis padres, esta hija es mi freno de mano, me puse un alto y dije que no se perdió nada en la calle, mis padres me tienen castigada, pero en cualquier momento llegan a verme”, puntualizó. 

 

6 BOTELLAS DE LICOR POR DÍA

 

Damaris Evell Olivas, nicaragüense de 36 años de edad, recién llega a Casa Cuna con 8 meses de embarazo de su tercer hijo, que se mueve como señal que quiere nacer.

“Tengo más de un año de no consumir drogas, tengo un niño prematuro y le cuesta crecer, consumía alcohol de 90 porque no me llegaba el cacique. Cuando salí embarazada de ella pensé que era cirrosis, me hice la prueba y salía negativo, pero se miraba mucho el estómago, me hice la prueba de sangre y dio positiva.

Me tomaba entre 4 y 6 botellas de alcohol por día depende, últimamente me estaba llegando más rápido, el sistema de mi cuerpo solo quería alcohol y alcohol, estuve 5 años tomando alcohol en la calle y cuando me sentía mareada me iba para la casa o me llevaban”, narró.

Evell Olivas, asegura que para tener su bebida diaria timaba al papá.

“Le pedía dinero y si no me daba le decía que iba a robar y el viejito para evitar que lo hiciera me daba, le hice daño a ellos y me hice daño y estoy aquí por una causa de hace 7 años por robo agravado, mis padres cuidan a mis dos hijas. Nadie está bien en una cárcel, pero en Casa Cuna es lo mejor que me puso pasar. 

Las compañeras comparten en Navidad, pensamos hacer una comidita (verduras, carne, frutas) pero me gustaría comer costillita, papas y ensalada, pero hacerlo con mi familia, por eso me arrepiento de mi pasado, son consecuencias que estoy pagando”, acotó. 

 

LE ARRANCAN EL CORAZÓN

 

María José Hernández Alfaro, entró a prisión en el 2016 por estafa y fue condenada a 7 años.

“Es mi primera Navidad en Casa Cuna, tengo mi segundo hijo que tiene 4 meses de nacido, el estar aquí no es bonito, el saber que tenemos que sacar el bebé es duro, espero irme antes, debido a que estoy pasada de mi media pena, quiero volver a la calle.

Lo viví la semana pasada con una compañera que le sacaron el bebé, no hay un sentimiento que se pueda explicar, es como que le arranquen el corazón tener a su hijo durante tres años y que de la noche a la mañana se lo desprendan”, manifestó.

Esta reclusa pido a los diputados que las sentencias no sean tan altas.

“Que no sean condenas tan altas, que se puedan poner otras cosas que no conlleva a traer al chiquito a prisión igual que nosotras, ellos están bajo el mismo régimen. 

Cuando vamos al médico tenemos que dejarlo aquí y que lo cuide una compañera, si tengo una actividad es lo mismo, a mi me entra mucha depresión, saber que mi otro hijo está en la calle y que no pueden estar juntos, lo que voy hacer es sacarlo para que esté con los abuelitos y con el hermano, que vean luces en esta época tan linda y no puedo privarlo de eso”, acotó.

Esta mujer pasó la Navidad pasada en otro módulo que es muy diferente donde está ahora.

“Es más duro estar aquí, la convivencia es difícil debido a que si el niño hace algo la otra se enoja, el hacinamiento es complicado, es estresante, me arrepiento, me enseñó que la plata no lo es todo. 

Con todas me llevo, paso en mi mundo, estoy en muchas actividades y cuando esté libre quiero trabajar y no estar privada de nada, nunca habrá un dinero que te recompense estar presa”, aseguró.

PERIODISTA:

CRÉDITOS: Fotos: Cristian Cartín

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Lunes 09 Diciembre, 2019

HORA: 12:00 AM

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