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Opinión

Estamos ante una epidemia y faltan acciones concretas

Editorial

Entre las fechas especiales que se conmemoran en este penúltimo mes destaca el Día de la no violencia en contra de las mujeres, que se celebra el 25 de noviembre. Sin embargo, dicho mensaje debería recordarse por lo menos una vez al mes, para ver si a muchos les queda claro que, como suele decirse popularmente, a las féminas no se les toca ni con el pétalo de una rosa.

Ese día, debemos unirnos en una sola voz, clamar por aquellas mujeres que han fallecido producto de los maltratos de familiares o parejas, pues ellas son mártires por quienes se emprende una lucha.

Lo anterior especialmente luego de ver los últimos casos ocurridos en el país, muchas mujeres han muerto a causa de la agresión de su pareja, un hombre que le llevaba muchos años y que perdió la cabeza producto de una supuesta infidelidad, este destaca como uno de los principales detonantes de los femicidios, que también dejan huérfanos a muchos niños, pues su mamá fallece y su padre acaba preso.

El caso de Eva ejemplifica ese clavario. Una jovencita que tenía toda una vida por delante, una guerrera que luchaba contra todas las injusticias del mundo, sin embargo, precisamente una de estas se la llevó.

Desgraciadamente, a un tipo que le dieron permiso de terminar condena en la calle, cuando claramente no aprendió nada bueno en la cárcel, y peor aún tenía conceptos tan erróneos como que esta chica no podría relacionarse con nadie del sexo contrario porque era una infidelidad, le arrebató la vida. 

Ante situaciones de esta índole, no podemos volver la cara. Costa Rica está en deuda, especialmente en cuanto a las autoridades que tienen a su cargo velar por el bienestar de sus habitantes.

Resulta increíble que todas estas señoras, señoritas, madres de familia, hijas, o como quiera que haya que designarlas, fueran víctimas de agresión y no tuvieran el apoyo necesario para romper las cadenas que las ataban a personas agresoras, que decían amarlas, pero terminaron matándolas.

Las instituciones gubernamentales tienen la obligación de hacer todo lo posible para que la ciudadanía entienda que ninguna mujer sobra. Todos vinimos con un propósito a este mundo y es injusto que, por la mala cabeza de algunos, cientos de féminas terminen con sus vidas truncadas. 

No se puede pretender ocultar que el femicidio se está saliendo de las manos de las autoridades, porque hace unas décadas mataban a una o dos mujeres al año, no obstante, para nuestra desgracia, estas cifras se han disparado y actualmente perdemos a decenas. En muchos casos, sus hijos quedan desamparados o acaban en un albergue, porque no hay quién pueda acogerlos y educarlos.

Clasificaciones y tipos de violencia existen muchos, no es necesario que nadie las deje marcadas, golpee o asesine para decir que se sufren de dicho mal. Las mujeres están bajo agresión desde el momento en que las intimidan, manipulan, amenazan o humillan, cuando se intenta aislarlas de su familia o seres queridos para que nadie les eche la mano en caso de conflictos.

En primer lugar, todos somos responsables de trabajar en este tema, pues en primer lugar las mujeres deben empoderarse y no permitir que nadie las agreda de ninguna manera, pues cabe recordar que la violencia se disfraza. 

Las familias también están en la obligación de empoderarse, porque al quedarse callados sus miembros ante el menor signo de violencia inflan a estos pseudo hombres que se alimentan del miedo de sus víctimas, es momento de que ellos sepan que estas mujeres no están solas. 

Asimismo, los hombres deben entender que a punta de golpes, maltratos y agresiones verbales no conseguirán nada de las damas, aparte de que se vuelvan más temerosas. 

Pero el flagelo de las agresiones ya no solo se queda en el hogar, sino que se ha extendido a todos los ámbitos donde se desarrolla el sector femenino de la población, lo que se torna sumamente injusto porque todos debemos tener las mismas posibilidades de disfrutar la vida.

Algunos piensan que la violencia hacia las mujeres implica solamente golpes, patadas y puñetazos, sin embargo, se equivocan, porque también los tocamientos impropios, los abusos sexuales y hasta las palabras hirientes forman parte de esta ola de agravios a la que cada día se exponen las féminas.

Debemos poner las barbas en remojo y darnos cuenta de que está en nuestras manos enseñarles a los pequeños a respetar a las mujeres, pero sobre todo que las niñas entiendan que no necesitan un hombre en su vida para ser felices, mucho menos si este no las valora, las maltrata y hasta puede llegar a matarlas. 

Si usted es una mujer que siente que está sufriendo de violencia en su hogar, puede darse una vuelta por la marcha para que de esta manera encuentre ayuda profesional y espiritual, o escuche testimonios de mujeres que han logrado salir de este círculo vicioso que no las deja ser felices ni realizarse. Busque ayuda, lo peor que puede hacer es quedarse callada.

En fin, la lucha no es de un día, debe ser de todo el año, porque resulta injusto que más familias se destruyan por agresiones, celos y todos los antivalores que se conjugan cuando una persona pierde la razón de esta manera tan grotesca. 

Muchas veces las mujeres se casan con un hombre sin saber en realidad en lo que se pueda convertir: los celos, los comentarios de personas de la familia, conocidos o hasta de algunos que solo desean intrigar, pueden llegar a sacar el monstruo que tienen escondido y hacer emerger el verdadero yo que algunos guardan en su interior.

PERIODISTA: Redacción Diario Extra

EMAIL: [email protected]

Lunes 18 Noviembre, 2019

HORA: 12:00 AM

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