Los narcotraficantes siguen aprovechando cualquier sitio para producir diferentes tipos de droga, en este caso las autoridades han confirmado la siembra de marihuana en el Parque Nacional La Amistad ubicado en Coto Brus.
Las áreas silvestres protegidas son vulnerables por encontrarse en puntos muy alejados, donde existe muy poca presencia humana, lo que facilita que las utilicen como lugares de tránsito y bodegaje temporal de estupefacientes, donde inclusive dos guardaparques han sido detenidos por tener alguna participación con grupos criminales.
Michael Soto, ministro de Seguridad, confirmó la ilegal acción en el parque.
“Más de 1 millón de matas de marihuana incautamos por año, donde los narcotraficantes utilizan la vegetación del lugar para sembrar y así evitar que la policía divise el plantío. En la Cordillera de Talamanca hasta Buenos Aires estamos vigilando para evitar este tipo de actividades que están al margen de la ley”, explicó.
Las comunidades indígenas no escapan a este flagelo y sufren la vejación de los contrabandistas de droga. Estos se aprovechan de regímenes de propiedad conflictivos, altos niveles de pobreza, y la baja escolaridad El tráfico de narcóticos es frecuente en zonas remotas, donde para tener acceso a pie se tarda días, mientras que la única forma de llegar rápido es por medio de helicóptero, donde la policía requiere una logística costosa y amplia.
Para nadie es un secreto que la compra de bosques en áreas protegidas e indígenas es ilegal, pero los capos de las drogas tienen suficiente influencia con algunos “poderosos” de la comunidad como para asegurar su impunidad y que su emporio sea un éxito. Inclusive en Talamanca la policía ha descubierto presencia de semillas de marihuana de Colombia, para obtener una mejor producción.
Un contingente de agentes de la Policía de Control de Drogas, de la Unidad de Intervención Policial y de Fuerza Pública, suelen realizar incursiones a Talamanca, donde es conocida la siembra de marihuana.
La quema de la hierba se cuenta por miles, sin embargo, los narcos vuelven a sembrar y a contratar a indígenas para el cuido del plantío, pero cuando llega la policía no ubican a nadie.
