La corrupción es un enemigo mortal para la democracia
Lucy Angélica García Chica*
La corrupción, en sus diversas expresiones, como en la política y moral, es un mal social derivado de la falta de valores. Sin embargo, esta plaga social tiene la virtud de propagarse rápida y fácilmente, por lo que se hace necesario no solo mirarla desde lejos y esconderse como si de un monstruo se tratara, ya que puede atacar a cualquiera, debemos tener el valor, desde cualquier postura, colaborar para erradicarla, proactivamente, como una manifestación y obligación patriótica.
Si no tomamos una postura firme ante la corrupción, tácitamente la estamos apoyando, es nuestra indiferencia la cómplice del crimen de la corrupción. Nos hemos acostumbrado a que los corruptos manejen los hilos de los títeres en que se convierte un pueblo, que no alza su voz de protesta ante los actos que sin ningún miramiento han cometido los corruptos y que paulatinamente han llevado a los pueblos en desarrollo a más pobreza y, lo que es peor, a la pérdida de su dignidad.
Debemos ser más buscadores de la verdad en todos los ámbitos de las leyes que rigen la sociedad. La política es lo que vivimos diariamente desde el preciso momento en que vamos a la tienda del barrio a comprar el pan y la leche para el desayuno.
La peor enfermedad colectiva en el mundo, hoy en día, es la corrupción. La vemos a la cara diariamente y ella nos mira indiferente y se voltea... como diciendo: “Yo tengo el poder”. Pero existe un antídoto contra la corrupción, que es la transparencia, la honestidad, la conciencia, traducida en esa mirada apreciativa, al que está cerca en una caja contando los centavos o devolviendo productos, porque no le alcanza el presupuesto para su sustento, por dar un ejemplo.
Debe haber un cambio radical en la forma de ver la política, que se ha convertido en una forma tan legalmente criminal de asesinar la credibilidad de gente honesta que ama a su país. Si elegimos a los mismos políticos corruptos de siempre, ese es un mensaje muy claro de que no queremos cambio. La corrupción llega al punto de llevar a las personas a comportarse de manera inhumana, y debemos aprender a afinar nuestra percepción para identificar a los hipócritas que tienen la audacia de pregonar integridad desde un nido de corrupción. Todo aquel que esté dispuesto a combatir la corrupción, debe estar dispuesto a hacerlo de lleno, hasta el final, no existen atajos.
La situación política que viven los países latinoamericanos en vías de desarrollo, están infectados de esta terrible enfermedad, la corrupción, en sus más altas esferas gubernamentales, la clase pobre del pueblo vive en constante agonía, al ser víctimas de una deshumanización sin precedentes.
La amenaza más poderosa para la civilización es un gobierno de hombres incompetentes, corruptos o viles, luchar contra ellos, no es un fin en sí mismo, pero existe la lucha por la Justicia Social, por la paz y la seguridad.
*Escritora y poeta
