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Opinión

¿Quién firmó el contrato social?

Sebastián Trejos / ANFE

En medio de un panorama fiscal y social convulso en Costa Rica, se ha hablado sobre los servicios esenciales que tiene que brindar el Estado y cuáles no, y todo esto viene “tipificado” en un contrato o pacto social. Porque la verdad es que el único sentido de existencia del Estado es este contrato social, que nadie, o por lo menos ninguno de nosotros, hemos firmado.

Estoy seguro de que si Hobbes o Rousseau vieran a lo que nos ha llevado nuestro contrato social, seguramente se espantarían. Estos dos autores indicaban que, para vivir en sociedad en paz, era necesario acordar un contrato social, que no son más que leyes, derechos y deberes del ser humano frente a lo que sería la peor creación en toda la historia de la humanidad: El Estado.

Se supone que ese Estado, debe de velar por el complimiento de las normas y de los derechos, esto porque para Hobbes el estado natural del hombre era la guerra. Como digo, se supone, porque si bien no dudo de las buenas intenciones de Rousseau, lo cierto es este término se ha ido por la tangente, y Costa Rica no es la excepción. Actualmente es muy utilizado para tratar de proteger unos derechos que el mismo Estado nos ha ido usurpando con tal de mantener su poder frente a nosotros.

Por ejemplo, tenemos un Estado que nos cobra impuestos por todo con la justificante de mantener los derechos en educación, salud o seguridad. Pero no permite o pone enormes trabas para que los ciudadanos puedan tener armas y, en caso extremos, se puedan defender, porque la inutilidad del Estado no nos hace sentirnos seguros.

Se habla de derecho a la salud, pero nunca se especifica la obligación del Estado de brindarla, y si nos ponemos estrictos, en la Declaración de los Derechos Humanos especifica que “toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar, y en especial la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales necesarios”.

Otro ejemplo, con la excusa de una seguridad alimentaria por parte del Estado a la población, y bajo esta primicia se han levantado enormes barreras arancelarias para proteger a grandes productores como el arroz, pollo, lácteos y azúcar, todo esto perjudicando a la población.

Así podríamos seguir enumerando casos en donde el Estado ni siquiera hace cumplir la ley a cabalidad, dejando impunes casos de corrupción, instituciones que se creen repúblicas independientes y permitiendo la usurpación de derechos como el libre tránsito cuando se hacen los de la vista gorda con los bloqueos.

Al final nosotros somos los que permitimos estos abusos por parte del Estado, y como dijo Rousseau “el hombre ha nacido libre y, sin embargo, por todas partes se encuentra encadenado”, yo, personalmente, le agregaría, encadenado por el Estado.

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Miércoles 11 Septiembre, 2019

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