La crisis social actual
Lic. Edilberto Escobar Cascante*
El país está revuelto, enredado, irascible, no entiende, no quiere entender, o por fin entendió todo y reacciona con lo que le queda, con lo que tiene a mano, con lo primero que encuentra para repeler las contradicciones de una clase política a la que aduló, le creyó sus lisonjas y la que lo utilizó como simple andamio.
Todos lo comentan y, viendo tanta protesta, tanta reacción contra eso y cómo el Gobierno de los políticos gobernantes suma cada día más contradicciones, más mentiras, más yerros en la acción de gobierno, en su quehacer encomendado, sin que se vea a futuro cercano; el clima y esta crisis social tienen justificantes absolutos y verdaderos. Lo propio de la realidad es que, ante los hechos, no hay cambio de rumbo, ni se ve por ningún lado, por lo menos esa esperanza, porque en lo social el país camina dando tumbos, descabezado y sin timón.
Esto que “todavía” dan en llamar gobierno de unidad nacional, es todo menos eso, un gobierno de unidad nacional, un gobierno comprometido y arraigado con los intereses legítimos, pero los verdaderos intereses de las grandes mayorías del pueblo. No ha querido entender que las realidades cambiantes del mundo variaron todo, mas la actitud de compromiso con el pueblo es algo muy distinto al precarismo político y su carácter de Estado asistencialista; sigue siendo igual. El país está sumido en un atolladero y en una encrucijada, donde no se ve solución y no es porque se esté dando alguna transición o cambio de paradigma, es que no alcanza lo que se hace, para poder realmente gobernar de la mejor manera. Lo articulado por los grupos en su defensa, es un círculo donde las razones de las protestas de todos los sectores, organizados y no organizados, son muestra de que el aguante humano ya se agotó, porque la gente se hastió.
Quién iba siquiera a imaginarse que, como lo dijo Hugo Moyano, líder de los sindicatos de camioneros y traileros en Argentina y cuya opinión es aplicable esta realidad: “El día que nos enfrentemos realmente a tanto atropello fiscalista del Gobierno, ese día pondremos al descubierto el hueco que más les va a doler, de ahí el caos total quedará a un paso”. Eso varía en muy poco en este país, donde hemos llegado al punto, en que para planificar algo ahora hay que indagar primero en qué lugar o en qué sector hay o no hay protestas o huelgas, o en qué calle hay paso o cuál avenida va a estar cerrada y cuál va a estar abierta, para buscar un atajo. Es la frontera del caos absoluto.
A días del advenimiento del igualmente y cacareado Bicentenario, queda sumamente claro que en todos sus órdenes nuestra sociedad ha involucionado, porque asienta su estructura, en un modelo totalmente agotado, donde sus individuos han dejado de creer en todo y la mayor patología social es la mayor incapacidad para llegar a acuerdos y no existe voluntad alguna, para lograrlos. El Gobierno vive engañado en que haber infartado la Economía metiendo impuestos es haber hecho lo que nunca antes otros habían hecho y hasta lo pavonean como mérito. Siendo lo contrario, porque tal receta acrecienta el número de parados, la economía se ha informalizado totalmente y la política de recortar ha sido errada.
*Abogado y notario público
