Sábado 11, Mayo 2024

  • Pronóstico del tiempo

    ° / ° San José, CR

  • Pronóstico del tiempo

    ° / ° Alajuela, CR

  • Pronóstico del tiempo

    ° / ° Cartago, CR

  • Pronóstico del tiempo

    ° / ° Heredia, CR

  • Pronóstico del tiempo

    ° / ° Limón, CR

  • Pronóstico del tiempo

    ° / ° Guanacaste, CR

  • Pronóstico del tiempo

    ° / ° Puntarenas, CR

Opinión

Huelgas políticas y otros bemoles

Jaime Flores Cerdas

Por eso nunca los burgueses podrán entender al proletariado, el rico al pobre, el patrono a sus trabajadores, el que está en el poder a su súbdito subyugado y, en otro orden de cosas, las personas sanas a la que están discapacitadas: porque todos los primeros nunca han estado o han padecido la vida que viven los segundos. Aclaro: me estoy refiriendo a los ricos de sangre azul, no de los Nuevos Ricos Pobres Miserables, que viven reventando por ahí como abejones de mayo. Nunca a esta élite social tan reducida en todos los países les ha faltado nada, ni han tenido necesidades tan apremiantes como los del segundo grupo de trabajadores, de aquella anterior lista de contrarios. El frío no sabe nada del calor, el mal del bien, la angustia de la armonía, la felicidad de la tristeza, y así en lista inacabable. No sabe, ni le interesa saber, al poderoso que enarbola la sartén por el mango lo que le pasa al que está dentro de ese calientísimo utensilio de cocina. Un ejemplo actual, demasiado claro y altamente revelador, sucedido en estos días recientes, nos lo ha dado el actual presidente de Estados Unidos Donald Trump, cuando al serle mostrada una fotografía de un padre y una niña ahogados en la orilla del río Bravo en su tragedia de migrantes, mientras todo el mundo decía que eso era una inmensa crueldad, este extraño ser dijo que esa escena le producía asco; pero ¿qué hubiera dicho Mr. Trump, si fueran su hijo y su nieta los que perecieron ahí?. Así sería, y es muy normal, que el pudiente no tenga que estar enfrentándose muy seguido a otra incertidumbre que no sea las oscilantes variaciones de la bolsa de valores y de otras inversiones empresariales donde maneja sus capitales dinerarios; mientras que el trabajador, de la clase social que sea, si no cuida las pocas ventajas que obtiene con la venta de su único recurso disponible, constituido por su fuerza de trabajo físico o mental-intelectual, protegida a costa de sangre derramada por obtener sus mínimos derechos, que les puede defender frente a las agresiones patronales constantes, por designio exigido del sistema capitalista; fácilmente volvería a sucumbir e ir a parar a la injusticia que se vivía en los inicios de la Era Industrial. Todos nos preguntamos, creo: cómo es posible que en alguna cabecita de nuestros gobernantes de turno pueda habitar la errónea y torcida idea de que a los que día a día mercamos nuestras energías laborales con ellos, en busca de un siempre exiguo salario de supervivencia, nos pueda interesar ir a asolearnos o mojarnos y malgastar solo por un gusto sádico e incomprensible, las horas, días, semanas y hasta meses, en una batalla horrible de indeseable incertidumbre, para realizar un paro o una huelga, cuando la mayoría de trabajadores lo único que vivimos ansiando es poder descansar unos días del estrés y las rutinas de nuestro obligado trajinar diario en cumplimiento de nuestras labores, a veces, de muchas más horas de la cuenta de una supuesta jornada digna, justa y legal. Sepan bien claro, Dones, caballeros que nos manejan y dominan, que cuando los trabajadores en cualquier campo se ven obligados a recurrir a las vías de hecho que la ley aún nos da, para medio defender nuestros sagrados derechos laborales, solo lo hacemos obligados por ustedes, cuando ya nos han llevado a situaciones demasiado injustas e intolerables. No es nada bonito tener que llegar a estas conflictivas instancias donde la incertidumbre del futuro se torna indescriptible para nuestras familias y solo afecta a los que nos atrevemos a desafiar y realizar intentos de saltar de la sartén caliente que ustedes sostienen por el mango a las candentes brasas que hay debajo, todo por la defensa de las normas laborales que enmarcan nuestro paupérrimo y siempre amenazado bienestar. No existe ninguna posibilidad de que algún trabajador de puro y simple gusto quiera romper la burbujita de seguridad socioeconómica que le ofrece su puestecito de trabajo, de donde saca su sustento familiar, tomando en seria cuenta que muy escasamente el perrito muerde la mano del que lo alimenta. Lo que pasa es que, cuando ese sustento es agredido, por los dueños de las empresas públicas o privadas angurrientas y en extremo codiciosas, poniendo en peligro nuestras mínimas condiciones de existencia, no nos queda otro camino que buscar una defensa; siempre de primero anhelada, que sea negociada y nunca obligatoria y capaz de llevarnos a tomar en esa gran incertidumbre, ansiedad, depresión y fea angustia, la odiosa necesidad de recurrir a las molesta huelgas, paros y manifestaciones sociales ya mencionadas. Estos trances y periodos de confrontación siempre serán tiempos oscuros de gran tribulación, para todos los que salimos perjudicados por miles de razones. Esta penosa situación que se desata ahora desgraciadamente con más regularidad, siempre se puede evitar en el estira y encoge de una mesa de negociación atendida por personas con cierta sabiduría y buena voluntad de siempre preservar nuestra amadísima y centenaria paz. No hay en estos momentos suficientes elementos fácticos ni teóricos para estar inventando estas categorías conceptuales indeterminadas y confusas de las dizque supuestas huelgas políticas. Ese adefesio filosófico, fenómeno o extraño asunto, si es que existe; en estos momentos y más que nunca, solo constituye una nueva y astuta cortina de humo para camuflar y esconder el creciente descontento social y termina siendo de por sí harina de otro costal, por cierto, obtenida de semillas bastante transgénicas y definitivamente importadas.

PERIODISTA:

EMAIL:

Martes 16 Julio, 2019

HORA: 12:00 AM

Enviar noticia por correo electrónico

SIGUIENTE NOTICIA

ÚLTIMA HORA