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Opinión

El memorando entre Cuba y Costa Rica

Marvin Herrera Araya

Como demócrata, educador y exministro de Educación Pública, no puedo dejar de opinar sobre la firma del Memorando de Entendimiento (ME) entre Cuba y Costa Rica, otra señal de este segundo Gobierno del PAC, que goza del apoyo del PUSC, por medio del excandidato presidencial Rodolfo Piza Rocafort, hoy ministro de la Presidencia, firma que sorprende negativamente a la gran mayoría del pueblo demócrata de este país, porque ya sabemos que la dictadura de Cuba siempre se aprovecha de estos memorandos y de sus relaciones diplomáticas para enviar “educadores” y “médicos”, adoctrinados en su sistema educativo desde temprana edad, para promover el sistema socialista que por décadas ha vivido el pueblo cubano y que sus dictadores exportan cuando encuentran terreno fértil en los gobernantes “amigos, afines”.

En nuestra región, esas intervenciones, filtraciones ideológicas, las han hecho en Nicaragua, Venezuela y Ecuador; en este último país, por cierto, han empezado a eliminar textos escolares en cuya elaboración participaron cubanos. Los resultados de tal filtración ya los conocemos y los demócratas costarricenses no los queremos para nuestro país, porque atentan contra los principios de libertad educativa y pedagógica. En mis notas anteriores, “Cuidar nuestra Democracia, un reto ineludible” y “Responsabilidad electoral”, me refiero a la necesidad de preservar y mejorar nuestra Democracia para no perderla, como la han perdido los dos primeros países señalados y otros de otras latitudes.

Como educador, pienso que este gobierno, “procurando” mejorar nuestra educación, tarea de todos los tiempos, mediante la cooperación e intercambios en materia educativa, pudo poner los ojos en países que también mantienen relaciones diplomáticas con nuestro país, que tienen gobiernos democráticos similares al nuestro y con sistemas educativos de fundamentos democráticos, por cuyos éxitos ocupan los primeros lugares en el mundo; además, hay organizaciones multinacionales que pueden analizar nuestra educación y hacer las recomendaciones -no ocultas influencias- necesarias para alcanzar mejoras en nuestra educación; sin olvidar que en nuestro país hay destacados y calificados profesionales en el campo educativo, quienes pueden colaborar con el Consejo Superior de Educación y el MEP en ese propósito.

Las declaraciones oficiales, a manera de justificación, expresan que el Memorando permitirá “el intercambio de buenas prácticas educativas, de profesionales en temas académicos y organización conjunta de conferencias”. Bien cabe la pregunta: qué vamos aprender de un sistema educativo diseñado para sostener un sistema totalitario y represivo; por ello, no comparto la afirmación del ministro de Educación Pública en el sentido de que “Es un acuerdo que nos da la posibilidad de explorar posibles vínculos e investigaciones sobre qué funciona allá y qué funciona aquí y qué podríamos hacer en el futuro (…). Es un país con quien tenemos relaciones diplomáticas”. Me pregunto, qué podría la dictadura de Cuba poner a funcionar en su sistema educativo de lo que aquí funciona bien: educar en libertad, en Democracia, cultivar el respeto a la opinión ajena, respetar la libertad de prensa, proteger la propiedad privada, conocer y promover los derechos humanos… ¡Ingenuidad, complacencia o condescendencia! Pero lo que funciona allá para la dictadura, su totalitarismo, no es de recibo por nuestro pueblo. ¿O sí para el actual Gobierno del PAC? ¿Para qué firmar un ME si el principio de reciprocidad no va a funcionar desde el principio?

Como exministro de Educación Pública, guardo la esperanza de que nuestros educadores y nuestras educadoras, formados en un sistema republicano-democrático, en un Estado Social de Derecho -y, por ello, pilares de la Democracia costarricense -, tengan la conciencia de que nuestro pueblo no acepta una dictadura, de la naturaleza que sea, que lo gobierne. Los costarricenses, democráticamente, critican los yerros de los gobernantes, se manifiestan públicamente para protestar contra decisiones que les dañan su calidad de vida, abrazan la alternabilidad en el ejercicio del poder, respetan la voluntad de la mayoría que elige y esperan responsablemente la oportunidad de ejercer su voto secreto para elegir nuevas autoridades. Nada de esto tiene el pueblo cubano y no queremos perderlo. No se trata, como antes se hacía, de asustar con aquello de que “viene el coco” o “viene el que come chiquitos”. Se trata de lo que están sufriendo los pueblos de Nicaragua y Venezuela: represión, pérdida de la paz, libertades fundamentales y la salud, pérdida de seres queridos, pérdida de valores en la formación espiritual, desabastecimiento al extremo, hambre y hambrunas, severa pérdida de su capacidad adquisitiva, por ejemplo. El refrán popular dice: “Nadie escarmienta en cabeza ajena”, como demócrata y educador espero que estos espejos de la realidad nos permitan aprender de los errores y descuidos de las cabezas ajenas.

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Sábado 11 Mayo, 2019

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