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Opinión

Avignon

Jaime Hernández - ¿Me lo apunta? / Página Abierta

Al entrar a las diez de la noche a la calle principal de Los Yoses, paso cerca de un carro rojo pequeñito, nunca sé de marcas, pero pasé porque yo iba por el carril correcto y la dama de rojo estaba detrás de un bus. Al entrar a la rotonda por el carril correcto, la dama de rojo sintió que debía hacerse notar por no detenerme y hacerla pasar como en los tiempos de caballería y me tiró el carrito rojo. Yo lo esquivé e hice la rotonda para entrar a San Pedro y frente al salón de patines va de vuelta y me tira el carro. Esta vez la volví a ver asustado porque intentaba sacarme del carril. Sus ojos estaban inyectados y sonreía como mala de telenovela. Tenía tiempo de no ver tanto odio. Como pude, enderecé y seguí mi camino hacia ese nuevo infierno que ocurre en la Florencio de Castillo después de las diez de la noche. Medio carril para todo el que regresa a Cartago y dos o tres hileras de vehículos tratando de superar aquello. En el peaje ya atestado, un pequeño bólido rojo me rayó mientras la dama de rojo asomaba su dedo medio. Me había ganado una enemiga para siempre. 

Yo venía cantando “Sur le pont d´Avignon” alternando con “en la presa de Ochomogo”. ¿Vieron qué creativo? Pero aquel dedo me hizo consciente de que la lucha era entre el bien y el mal, yo siendo el superhéroe del bien del universo y aquella malvada quería apoderarse de él. Ella iba en el carril derecho, yo me quedé en el izquierdo conociendo aquel adagio que reza “el carril que escojas será el más lento” y la dama de rojo avanzaba al otro lado de la carretera, lentamente, pero iba veinticinco metros más adelante. Perdía la lucha yo. No pude defender el bien con la fuerza necesaria. Sentí pena por el universo. 

Volví a mi canto alternativo para distraerme, pues faltarían unos cuarenta y cinco minutos para llegar al final de aquel infierno nocturno. “Sur le pont d´Avignon/en la presa de Ochomogo”. Era todo lo que tenía para no perder la razón en aquel abuso de autoridad de quien manda a hacer arreglos sin preparar pasos para miles de vehículos que recorríamos seis kilómetros en una hora o más. Pero en medio de mi canción y de una lucha horrible entre furgones, motonetas, automóviles y buses, todos nos vimos obligados a pasar dos carritos detenidos porque un carrito rojo chocó por detrás un automóvil gris. 

Mi corazón se aceleró de emoción. Grité “sur le pont d´Avignon” victorioso. El bien ganaba. Pero no puedo mentirles. No era la dama de rojo. Era el carrito de otro mortal y el bólido rojo ganaba unos veinte metros más adelante. El universo fue tomado por el dedo medio y este viejo superhéroe le fallaba a su planeta. Volví a mi canción, triste, vencido. Era un simple don nadie sin poder y agotado de tener que pasar por esta prueba infernal por semanas, porque siempre tendré que regresar a la muy noble y leal ciudad después de las diez. “Sur le pont d´Avignon on y danse, on y danse/en la presa de Ochomogo el bien pierde, el bien pierde”.

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Martes 19 Marzo, 2019

HORA: 12:00 AM

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