Costa Rica merece el trabajo de todos
Editorial
Hoy asumen las riendas del país un nuevo mandatario y su equipo de trabajo, llegan al poder como el gobierno de la continuidad, con la misma premisa de desestancar al país que hizo su antecesor y que claramente no cumplió.
Aquel gobierno del cambio fue pura expectativa. Si bien hubo avances en temas cruciales, la verdad es que dejó mucho que desear la forma en que Luis Guillermo Solís llevó la batuta.
Para muestra un botón. Sus declaraciones en un programa de radio diciéndoles a los ticos que la próxima vez escogieran mejor, cuando lo acertado, viniendo de un presidente, era al menos decir que se hizo el intento, que puso alma, vida y corazón en sus funciones, pero salió con una patochada que amerita un ¡charita!
Eso de darle vuelta a la política tradicional y gestar una nueva forma de gobierno les quedó demasiado grande, y pese a que el nuevo mandatario intenta desligarse de esas pésimas acciones que nos dieron dolores de cabeza por cuatro años, deberá demostrarlo con hechos.
El Partido Acción Ciudadana (PAC), representado en la figura de Carlos Alvarado Quesada, ha sido enfático en su intención de romper esquemas, de darle un nuevo respiro a Costa Rica y ante todo de corregir esas falencias, más luego de que el gobierno de Solís fuera catalogado entre los peores de los últimos cuatro.
Más de 1 millón 200 mil personas volvieron a darle un voto de confianza a esta divisa política, más bien a Alvarado, catalogado como una figura joven, fresca, dinámica e inteligente, acompañado de una primera dama, Claudia Dobles, que también promete más acción desde su despacho.
Alvarado llegará al poder aún sin designaciones en el gabinete, pero eso parece no desencajarlo, por el contrario, esa acción es fiel a sus palabras desde que fue electo: “Debo pensar bien a quién voy a elegir para esos puestos”.
Si de algo estamos seguros es que no podrá tomarse mucho tiempo, pues el PAC ya no tiene la justificación de que es nuevo en el poder, lleva entre sus filas a experimentados en la administración. Desde el día 1 hay que comenzar a trabajar, pues el país, según las últimas encuestas de opinión, se siente desmotivado y preocupado por la economía, el desempleo y la inseguridad.
Estos temas desvelan a los ticos, y con sobrada razón. La crisis tributaria agobia; esto del plan fiscal y tantos impuestos, pero no reducción de gastos, es abusivo; la oleada de muertes por tráfico de drogas asusta y por último la escasez de empleos dignos abruma.
Las esperanzas están puestas en la nueva gestión. Para nadie es un secreto que Costa Rica quedó empantanada desde hace 10 años, calles malas, puertos obsoletos, educación desmejorada, seguridad en riesgo, altas tarifas de electricidad y para cerrar con broche de oro, competitividad por debajo de países pobres del continente, según recientes estudios internacionales.
Pero más allá del trabajo que ellos van a hacer para cumplir su promesa de cambio, es importante que nosotros como población también nos pongamos el reto de ser partícipes de ese objetivo, sin importar el color político, porque al final Costa Rica somos todos.
Hay que aportar, tampoco podemos los ciudadanos quedarnos de brazos cruzados criticando y criticando, al final el país es de todos.
Seamos proactivos. Bien dice Richard Stallman que “el deber de un ciudadano es no creer en ninguna profecía del futuro, sino actuar para realizar el mejor futuro posible”.
Vamos a ejemplificar con otra frase célebre del libro “A la orilla del camino”, de Jorge González Moore, cuando afirma: “El ciudadano debe recordar más sus deberes que sus derechos”.
Entonces aporte su grano de arena, deje esas malas prácticas que tanto nos lesionan, no pague sobornos, no amenace a la gente cuando conduce, haga los trámites que la ley indica sin buscar amigos en entidad públicas, no trafique influencias, sea un funcionario público digno de su cargo, aprendamos a ser sujetos privados responsables.
Si comenzamos a cambiar de actitud y empezamos a construir, en vez de destruir, posiblemente todo marche mejor porque recordemos que el Estado somos todos.
