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Opinión

Suelten la teta

Editorial

El último informe de Transparencia Internacional fue contundente al revelar que los ciudadanos de todas las latitudes están hastiados de los políticos, de los partidos y de sus azares. 

Costa Rica no es la excepción, el pueblo se ha hartado de las malas prácticas que las élites políticas y económicas han venido realizando desde hace décadas en detrimento del bienestar nacional y en favor de sus bolsillos. 

Los ciudadanos desmotivados con la corrupción de quienes se posicionan en los puestos de poder alzan la voz cada vez que pueden, pero eso no basta, los políticos tienen ya la piel tan dura, áspera y porosa que les da lo mismo. 

Es inentendible cómo un ser humano puede vivir toda su vida fabricando impresiones, construyendo realidades y engañando a sus semejantes. Y eso, van a disculpar, es una realidad en los círculos políticos costarricenses, asunto que ya da miedo. 

Bien dicen los dichos “acá no hay Santo en que persignarse” y “que Dios nos agarre confesados”, pues la trama que hace más de una agrupación política gestando sus campos para la campaña del 2018 le pone los pelos de punta a cualquiera. 

Llevamos años de años escuchando a los candidatos presidenciales que van a hacer el cambio, que tendrán gente nueva en sus fórmulas, criticando administraciones anteriores hasta de sus mismos partidos, desgarrándose las vestiduras ante el descontento ciudadano, prometiendo cielo y tierra por los votos, vendiendo hasta el alma al Diablo para llegar al poder absoluto de Zapote y Cuesta de Moras. 

¿Y qué pasa ahora, justo a 4 meses de las elecciones presidenciales y legislativas?

Los ticos, votantes, el electorado en pleno, para decirlo de alguna forma, estamos en presencia de más de lo mismo, del incumplimiento de las promesas políticas, del descaro, la mentira y el engaño. 

Sí, es duro, pero además es real, y se comprueba al ver en las papeletas de los partidos a los mismos de siempre, no importa si estaban cuestionados, señalados, inhabilitados para ejercer funciones públicas, resentidos que se fueron y regresaron, etc. 

Definitivamente hay quienes no sienten nada de vergüenza, nada, ni por haber sido malos funcionarios, por el contrario, con ese alter ego, o dicho de otro modo, con ese “autoestima a prueba de balas” -para no decir descarado-, aparecen en las asambleas de sus agrupaciones postulándose como rostros frescos, innovadores. 

¿Qué parte de “estamos hartos” no entendieron los candidatos?

¿Cómo un candidato a presidente se hace de la vista gorda y sigue dando apoyos a figuras requemadas de la política, cuando su discurso apuesta al cambio, a la reforma, a la reingeniería?

¿Cómo un funcionario que ha dejado su puesto y ha sido castigado por la autoridad competente ante una mala gestión se atreve a seguir pegado a la teta de la administración pública?

¿Qué piensan los políticos que siguen haciendo lo que se les viene en gana burlándose de los ciudadanos? 

Y vamos a decir nombres, don Víctor Morales Mora, un caballero, un hombre inteligente, pero que dejó el gobierno actual por cuestionamientos serios. Acaba de cumplir un castigo que lo inhabilitó por 6 meses para ocupar cargos públicos. 

Recordemos que se reunió con “Macho Coca” en el Muelle de Portete, esta estructura usada por el narcotráfico, que su chofer -cosa que nadie se creyó- compró contrabando en la frontera y para colmos nombró en el Ministerio de Trabajo a su sobrina siendo el superior de esa entidad. El exministro quiere ahora ser diputado de nuevo, cuando ya ha ocupado otros puestos de poder primero con el Partido Unidad Social Cristiana (PUSC) y ahora con el PAC. 

O don Carlos Ricardo Benavides, que ya le gustó la chupeta, diputado en el gobierno de don Óscar Arias, de ahí se pasó al ICT como presidente ejecutivo. Luego pasó a Ministro de la Presidencia con doña Laura, una de las peores administraciones que registra el país. Y ahora va de nuevo en el primer lugar por San José para diputado de nuevo. 

Víctor Hugo Víquez es otro repitente que quiere de nuevo una curul. Apenas en el 2014 dejó la Asamblea en la administración Arias. Es un viejo conocido de la política herediana. Y ahora su nombre es cuestionado por propios militantes que lo asocian al empresario Juan Carlos Bolaños, investigado por la forma en la que se le adjudicó un millonario préstamo para la importación de cemento chino. 

Hace unos días la doctora María Luisa Ávila se dejó decir en sus redes sociales que José María Villalta no había querido aflojar la teta de la función pública, refiriéndose a su interés de ser nuevamente diputado por el Frente Amplio. 

¿Y entonces de qué hablaba la exministra? Una buena parte de sus compañeros de partido van por lo mismo, es decir, la plata del pueblo. 

Y entonces, ¿no es que al poder se llega a servir, no a servirse? No obstante, parece que eso de ser diputado, ministro, presidente ejecutivo, alcalde reincidente es un buen negocio. No solo porque esas postulaciones cuestan dinero, sino por lo que después de ejercerlas deja en réditos. 

Lejos de parecer una elección democrática para escoger a los ciudadanos con los mejores perfiles, en una mayoría de partidos políticos los procesos internos de nombramiento de diputados apuntan más a un club de amigos, en el que sino media la plata, media el apellido o quién lo apadrina, llevando al Congreso figuras cuestionadas, pero además ya con sus principios comprometidos con quienes les pegaron el empujón para llegar a la ansiada curul, y lejos de asumir un compromiso con el país lo que no quieren es soltar la teta.

PERIODISTA: Redacción Diario Extra

EMAIL: [email protected]

Martes 26 Septiembre, 2017

HORA: 12:00 AM

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