CONSULTA: Profesor Corazón, es gusto para mí saludarlo con el respeto que su persona merece. Disculpe de antemano si le parece que abuso de su confianza, pero le voy a contar la triste historia de mi vida para que usted me ayude a encontrar respuesta a tantas interrogantes que dan vueltas en mi cabeza. Soy un hombre de 48 años, estoy casado y tengo tres hijos, el menor este año cumple 18.
Vea Profesor, yo confiaba a ojos cerrados en mi esposa, pero después de 24 años de casados me traicionó. Sí, así como lo oye, me fue infiel, me puso los cuernos. Vea lo que es la vida, yo me enteré de pura casualidad porque trabajo de chofer y un día que iba pasando por San Francisco la vi saliendo de un motel. Si no la hubiera visto con mis propios ojos no lo hubiera creído y lo más seguro es que todavía me estarían viendo la cara de imbécil. No sé cómo describir lo que sentí en ese momento, fue algo tan feo, primero como que me abandonaron las fuerzas y quedé sin aliento, ya después sentí una cólera y un enojo porque nunca me esperé eso, menos de ella, toda una madre abnegada y una mujer de hogar.
Ahora entiendo a todos los hombres que se ponen como locos cuando se dan cuenta de las infidelidades de sus esposas. Yo por mi mujer metía las manos al fuego, ella lo era todo para mí y ahora me siento peor que un perro, estoy tan triste que no deseo ni vivir y no sé si vale la pena luchar. Profesor, a pesar de todo yo la perdoné porque todavía la amo y fue la primera vez que me falló en 24 años de casados.
Bueno, eso es lo que ella me asegura, pero yo me pregunto cómo es posible que algunas mujeres digan amar a sus esposos y sean tan mentirosas. Salen a la calle, se ven con otros hombres a los que no les importa romper un matrimonio, vuelven a la casa con el esposo y sus hijos como si nada hubiera pasado, no les da el más mínimo remordimiento de conciencia, y como para que nadie les diga nada llegan todas malcriadas y altaneras. Yo creo que esas mujeres tienen doble cara porque muchas andan jugando de muy señoras y ya ve, son expertas en poner los cuernos.
Yo perdoné a mi esposa pero no puedo luchar contra tantos recuerdos que vienen a mi mente, es cuando me pongo mal, me lleno de tristeza, lloro, me desespero y no sé qué hacer, tengo que parar el carro y pegar la frente contra el volante, como para sacarme esos pensamientos que me atormentan. Ella me jura una y otra vez que está arrepentida y que no lo volverá a hacer, que me ama y que nunca pensó en dejar a su familia por una aventura, pero me cuesta tanto creerle.
A mí me extrañó que se acostara con otro porque ella era una mujer cariñosa y detallista, siempre estaba al pendiente de mí, me preparaba la comida que me gusta, solo que para mí es difícil dejar de pensar que la vi saliendo de un motel con otro hombre. Nuestra vida íntima ya no es la misma de antes porque cuando estamos juntos no puedo dejar de pensar en eso, yo trato de concentrarme pero me cuesta. No se lo he dicho pero ya no me gusta hacerle sexo oral porque me da asco pensar que otro puso el pene donde yo voy a poner la boca.
Profesor yo me pregunto por qué se acostó con otro si ella dice que me ama y si seré capaz de superar esto. Deseo levantarme un día y pensar que todo fue una pesadilla para volver a ser tan feliz como antes. A todas las mujeres infieles, sin importar que sean novias o esposas, les quiero decir que antes de acostarse con otro por placer o por venganza lo piensen dos veces porque una traición causa heridas en el alma y las secuelas dejan marcas. Me gustaría recibir su consejo, Profesor. Atte., “El Venado”.
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“Ya no me gusta hacerle sexo oral porque me da asco”
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