Pagan justos por pecadores
Editorial
El Club de Fútbol de la Universidad de Costa Rica, fundado en 1941 y con un título de campeón nacional, se encuentra al borde de la desaparición debido a problemas económicos y conflictos con dicha casa de enseñanza. A los futbolistas del equipo de Primera División les deben el salario de los meses de diciembre, enero, e inclusive hasta el aguinaldo. Esto se suma al delicado momento deportivo del club, que marcha en los últimos puestos de la tabla acumulada, a solo un punto del descenso directo.
Para entender más a fondo la situación que envuelve al equipo albiceleste es conveniente aclarar algunos puntos. La Asociación Deportiva Filial Club de Fútbol de la Universidad de Costa Rica es una entidad privada establecida en el marco de la Ley No. 218, denominada Ley de Asociaciones, así como de la Ley 7800, llamada Ley de Creación del Instituto Costarricense del Deporte y la Recreación. En consecuencia, el equipo que milita en la Primera División es un ente privado que cuenta con su propia organización y administra sus recursos en forma autónoma e independiente. De la misma forma, es el responsable de su gestión administrativa, deportiva y financiera, incluyendo todos los aspectos laborales.
La relación de la Universidad de Costa Rica con la Asociación Deportiva Filial Club de Fútbol se rige actualmente por un convenio de cooperación firmado el 27 de febrero de 2014. En ese contrato se estableció que la UCR hace un aporte económico presupuestario al equipo de fútbol que debe ser definido con base a un plan operativo anual.
En ese mismo convenio de cooperación quedó definido que el Club de Fútbol debe implementar los controles y supervisión necesarios para que los dineros que gira la Universidad sean bien utilizados. Lo anterior incluye la contratación anual de una auditoría externa, cuyos resultados deben ser incluidos en los informes. Aquí es donde viene el problema.
Las autoridades de la Universidad de Costa Rica encontraron irregularidades en los estados financieros auditados correspondientes al periodo del 1º de junio 2015 al 31 de mayo 2016. El equipo de fútbol tenía como límite de tiempo de presentar sus estados financieros el 31 de agosto del 2016, pero lo hicieron hasta el 8 de noviembre.
Las irregularidades encontradas evidenciaron graves fallas en materia de control interno, pérdida de facturas, de libros de actas y carencias en el respaldo físico de comprobantes de pago por medio de transferencias electrónicas y cheques. Esta situación generó que la Universidad frenara el flujo de dinero al equipo alma mater, ya que se trata de recursos que provienen de la hacienda pública. Las autoridades de la U están en su derecho de exigir cuentas claras a los dirigentes del equipo, sin embargo, los que terminan pagando las consecuencias son los empleados del club, jugadores, miembros del cuerpo técnico y administrativo. Los atrasos salariales afectan a decenas de familias, trabajadores que cumplen con sus labores y no reciben ninguna remuneración. En resumen pagan justos por pecadores, mientras los dirigentes del equipo no asuman con seriedad y transparencia sus funciones, el futuro del club será más negro que albiceleste.
