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Opinión

Envejecer saludablemente

Juan Luis Mendoza

Ante todo, hay que prevenirse contra esa idea de que nos envejecemos, sobre todo cuando eso es más que evidente. Aceptar el progresivo e inevitable envejecimiento, sí, pero sin obsesionarse por ello. Aquí la advertencia de Lichtenberg: “Nada nos hace envejecer con mayor rapidez que el pensar incesantemente en que nos hacemos viejos”.

Por el contrario, hay que fomentar el recuerdo de lo mucho bien hecho y que conservamos ahí en lo profundo de nuestro ser como algo que no puede perecer, sino que nos sigue hasta la eternidad: “Dichosos los muertos en el Señor porque sus obras les acompañan”, que proclamamos en la liturgia de los difuntos. “Fruto es de la vejez el recuerdo de los muchos bienes anteriormente adquiridos”, afirma Cicerón. Más aún, el seguir siendo útiles sobre todo a favor de los jóvenes. El mismo Cicerón se pregunta: “¿Qué cosa más agradable que una vejez rodeada de una juventud afanosa de aprender?”.

Bien vista, la vejez es una etapa en la que el ser humano puede gozar de gran libertad y paz, de mucho provecho para uno mismo y para los demás. Así nos lo explica Platón: “La vejez es un estado de reposo y libertad: apaciguada la violencia de las pasiones, nos vemos finalmente libres de una multitud de tiranos”.

 En la práctica, ¿cómo envejecer del modo más positivo y saludable? Lo principal e imprescindible es el mantenerse activo en lo posible, según la edad y las condiciones de salud, en lo físico y en lo intelectual, no permitiendo el verse arrinconado e inútil. Absolutamente cierta la afirmación del psicopedagogo Bernabé Tierno Jiménez: “Toda persona, sea cual sea su edad, es más feliz y conserva mejor su salud física, mental y psíquica, en la medida en que se mantiene naturalmente activa, ilusionada y entregada a tareas y proyectos”.

El mismo autor propone cinco claves para conservarse más jóvenes en la vejez: 1. Mantenerse activos física y mentalmente. 2. No perder el sentido del humor y practicar la risa y la carcajada a diario. 3. Seguir relacionándose con los demás de forma afectuosa, coloquial y divertida. 4. Participar en lo posible en todos los aspectos de la vida; desplegarse… ¡Atreverse a hacer cosas! 5. No perder contacto con el mundo infantil. Por su parte Sthephanie Pirle sugiere lo siguiente para una vejez feliz: “Es importante tener un plan o un proyecto de vida que se pueda emprender y con el cual los adultos mayores se sientan útiles”.

Los ancianos deben realizar diferentes actividades, como practicar algún deporte o pertenecer a un grupo con el fin de que estén motivados. Contar con una red social y familiar es vital para que esa etapa no genere depresión en los adultos mayores. Hay que ser abierto al cambio y aceptar que muchas cosas van a ser diferentes. Buscar lo positivo y no lo negativo de esa etapa, porque la depresión es común en la vejez.

A propósito, el Padre Larrañaga advierte que “la soledad y la inmovilidad son las peores rémoras para los mayores, mientras el ejercicio mental y físico, la lectura, la conversación y el desarrollo de los intereses culturales les retardan el envejecimiento y conservan la vitalidad”.

 Jorge Luis Borges, a sus 85 años, uno antes de morir, escribe: “Si pudiera vivir nuevamente mi vida…/ No intentaría ser tan perfecto, me relajaría más…/ Correría más riesgos, subiría más montañas, nadaría más ríos./ Iría a lugares donde nunca he ido, comería más helados y menos habas;/ tendría más problemas reales y menos imaginarios./ Yo fui una de esas personas que vivió/ sensata y prolíficamente cada minuto de su vida;/ claro que tuve momentos de alegría. Pero si pudiera volver atrás/ trataría de tener/ sólo buenos momentos./ Por si no lo saben,/ de eso está hecha la vida,/ sólo de momentos,/ no te pierdas el ahora…/ Si pudiera volver a vivir,/ viajaría más liviano./ Si pudiera volver a vivir, comenzaría a andar descalzo a principios de la primavera y seguiría hasta el otoño./ Contemplaría más amaneceres y jugaría con más niños/ si tuviera otra vez la vida por delante./ Pero ya lo ven, tengo 85 años/ y sé que me estoy muriendo”.

Así que ya lo sabe mi amigo y mi amiga que desea envejecer como Dios manda, dándole un sentido positivo y significado a su ancianidad. Aquí, como broche de oro, lo que leemos en Sabiduría 4,8: “Vejez venerable no son los muchos días, ni se mide por el número de años; canas de hombre son la prudencia y edad avanzada, una vida sin tacha”.

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Sábado 09 Julio, 2016

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