Costa Rica se pasó de tragos
David Rodríguez Suárez / Anfe
Qué pasa cuando una persona toma más tragos de lo que acostumbra? ¡Se embriaga! Y eso es precisamente lo que le sucedió a Costa Rica.
Posterior a la crisis de los 80’s las reformas económicas que se tuvieron que implementar en nuestro país, lograron importantes cosechas: una estrepitosa caída de la pobreza entre el 91-94, más oportunidades laborales, capitalización generalizada, inversión extranjera directa, y una sociedad capitalizada en el sentido más amplio (a nivel educativo, tecnológico y económico). Sin embargo la mejora económica tiene una trampa que pocos ven hasta que ya es muy tarde: se nos olvida el motivo del éxito del momento.
Cuando una economía como la costarricense se acostumbró a tasas de crecimiento económico sólidas, a ser un destino atractivo para la IED, a que el pastel económico que representaba nuestro mercado fuese suficiente para financiar la multiplicidad de entes públicos; Costa Rica consideró que estas condiciones eran ceteris paribus. ¡Craso error!
¿Qué pasa cuando una persona se embriaga? Pierde coordinación, su juicio se ve afectado, se entorpece y finalmente viene la resaca. Costa Rica ante estas condiciones que han caracterizado las últimas décadas se ha dedicado a gastar a manos llenas. Los sindicatos aprovecharon para imponer las clausulas más abusivas que se les ocurrió en sus convenciones colectivas y los gobiernos de turno incrementaron la planilla estatal sin miedo alguno. Costa Rica a raíz de su buen momento económico entró en un estado alterado de la consciencia.
Ahora tenemos un Gobierno enorme, con un exceso burocrático en ciertas planillas, un déficit fiscal que nos da fama regional, instituciones duplicadas, salarios exorbitantes que ni si quiera responden a idoneidad profesional sino a perduración en el tiempo. Nos olvidamos cómo fue que compramos cada botella de vino, cada botella de whisky, etc. Y consideramos que siempre íbamos a tenerlas a disposición sin importar lo que hiciéramos. Olvidamos que las mismas las comprábamos a partir de apertura comercial, de condiciones atractivas, de costos operativos competitivos y de una situación fiscal estable.
Hoy nos acercamos a la poco esperada resaca. Nos dimos cuenta que Costa Rica no es tan atractiva como destino turístico y de inversión cuando perdemos competitividad. Utilicen la analogía que gusten, lo cierto es que el efecto es resultado de la causa. Costa Rica ha tenido la billetera llena, la tarjeta con buen crédito y la cuenta bancaria con fondos debido a una visión económica competitiva. Costa Rica si sigue con este giro a la izquierda y sin solucionar lo que hoy nos acerca a una crisis fiscal; no será sostenible en el corto y mediano plazo y casi que sobra decir que un aumento tributario sería como darle más tragos a la persona alcoholizada
Debemos apostar por la reactivación económica, la responsabilidad fiscal, la competitividad generalizada, un régimen salarial público responsable y solvente en el tiempo. Salgamos de este estado etílico y recuperamos el rumbo; y esta vez no olvidemos qué es lo que trae la prosperidad. No olvidemos cuáles son las políticas públicas que traen riqueza a los pueblos, oportunidades a los ciudadanos y estabilidad a la república. Y cuando volvamos a estar bien, no olvidemos conducirnos con responsabilidad.
