La imperiosa curiosidad de los turistas que visitan el Parque Nacional Marino Ballena afecta a unas 300 ballenas y delfines que arriban cada año a esas aguas, pues cuando los motores de las lanchas, alteran la tranquilidad del entorno, su hábitat natural.
Teniendo en cuenta que el turismo es una de las actividades económicas más fuertes para los pobladores de la zona, es evidente la necesidad de tomar precauciones, para que las visitas no afecten la estancia de los delfines y ballenas, tal como lo establece el decreto emitido en el 2008. El parque tiene una extensión de 5.375 hectáreas marinas, donde nadan ballenas jorobadas, delfines comunes y nariz de botella, mantarrayas, y tiburón martillo, por lo que estas invasiones va contra las buenas prácticas de avistamiento regulados por el decreto Nº 34.327.
De acuerdo con los expertos, las ballenas que arriban al lugar llegan en una especie de “trance” y cualquier violación abrupta a su hábitat natural, como lo son las malas prácticas del turismo marino, pueden hacer que estas migren a otras zonas con condiciones menos adecuadas para el nacimiento de sus retoños.
“La sala de maternidad de muchas especies que es el Parque Marino Ballena se ve afectada con malas prácticas del turismo tales como no respetar la distancia para observar las ballenas, utilización de motores no adecuados que alteran el comportamiento de las especies por su impacto acústico, entre otras”, afirmó Zdenka Pisculick, directora de la Asociación Costa Rica por Siempre.
A pesar de la vigilancia que realiza a diario el Sistema Nacional de Áreas de Conservación (Sinac), existe una necesidad de reforzar su equipo así como hacer mejoras de demarcación e inventarios en el parque.
De ahí la importancia del reforzamiento a la vigilancia que se hará con los ₡40 millones que donó la Asociación Costa Rica por Siempre, fondo que servirá para mejorar proyectos de control y protección realizados por Sinac en temporadas de alta visitación, delimitación del Parque Nacional, monitoreo biológico y vigilancia del turismo marítimo.
Esta partida es parte de $240,000 que se destinarán los próximos 2 años al Área de Conservación Osa, para invertir en el Parque Nacional Marino Ballena y en otras áreas marinas protegidas como el Parque Nacional Piedras Blancas, el Parque Nacional Corcovado, y la Reserva Biológica Isla del Caño.
