Recife. -Hay un futbolista que en el libreto de Jorge Luis Pinto tiene un guión principal: Celso Borges.
El volante es el punto de equilibrio del equipo, hace de recuperador y acarrea balones para poner a jugar a sus compañeros. Por él pasa la pelota la mayor parte del tiempo y según las estadísticas de FIFA, es el tico que más kilómetros suma en cada partido.
El hijo de “Guima” tiene que ir y venir constantemente, haciendo la función de acordeón.
En labores defensivas tiene que meterse atrás para hacer pareja con Yeltsin Tejeda, quien es el perro de traba, y cuando la Sele tiene la pelota le toca descolgarse y hacer como enganche, posicionarse detrás de los más ofensivos.
Cuando Celso llega enchufado la Tricolor hace un juego más vistoso, pero cuando casi no toca la redonda el equipo patrio suele venir a menos.
“El impacto de este grupo es más bien colectivo, cada uno entiende el rol que le toca asumir. La experiencia de jugar un mundial ha sido nueva para todos y nos hemos entregado al máximo, sabemos lo que queremos”, dijo el mediocampista, entendiendo que cada quien en la cancha tiene que entregarse al máximo y defender su posición para beneficio del grupo.
Borges considera que la mayor virtud del equipo es que ninguno se cree más importante, sino que todos reman a un mismo lado, hasta los que permanecen en el banquillo.
Celso es de los puntos altos de la Selección Nacional en este Mundial, por su visión panorámica de juego y por la facilidad que tiene de lanzar un pase a profundidad.
Solo le falta el gol para coronar el gran torneo que está haciendo. Ya lo intentó en cobro de tiro libre contra Inglaterra, pero el meta desvió apenas la brazuca con la yema de los dedos.
