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Opinión

Editorial

Con una marcha, cientos de ciudadanos conmemoraron el Día Internacional de la No Violencia Contra las Mujeres en nuestro país. Caminaron con pancartas en sus manos y consignas de paz en memoria de quienes han muerto a manos de sus esposos, parejas y excompañeros sentimentales, víctimas absolutas del abuso y el irrespeto.


La caminata tenía un fin, pedir al gobierno y las instituciones a cargo de tema de género y no violencia políticas públicas enfocadas en la educación y el reforzamiento de valores individuales y familiares.


Esta actividad se lleva a cabo todos los años con un llamado colectivo a la cordura y el diálogo, sin embargo las muertes siguen dejando hogares destruidos e hijos con graves secuelas pues la sociedad machista sigue creyendo que a base de golpes, gritos e insultos todo se arregla.


En el mundo entero la dinámica es la misma, millones de féminas pegan un grito al cielo y piden a las autoridades de sus naciones castigar con mano dura a quienes osan traspasar la línea de la dignidad.


Para dicha de todos en Costa Rica este 2013 las estadísticas muestran un descenso en la cantidad de víctimas mortales. Desde enero hasta octubre anteriores se reportan 14 femicidios; 5 de ellos atribuidos a esposos y 9 a exparejas o excompañeros sentimentales, lo que contrasta con los 26 casos registrados durante el 2012.


Dicha disminución es según las autoridades el producto de la normativa jurídica y las acciones policiales realizadas en los últimos dos años como la contratación de 2.700 mujeres en la Fuerza Pública y la aplicación de programas de atención especializados en la materia.


Pero 14 vidas son muchas, si bien es imposible anular tal flagelo, lo urgente es educar a las generaciones más jóvenes en temas como respeto, autoestima, amor sano e integridad.


El valor por la vida comienza con estos preceptos. Será ya difícil hacer cambiar a los hombres y mujeres con edades avanzadas, pero nunca es tarde para inculcar buenas costumbres en los más pequeños, aquellos que forjarán el futuro del país.


Las personas tenemos derecho a vivir sin violencia, a ser comprendidos y no discriminados, a la tranquilidad en el hogar y sitio de trabajo. Nadie tiene derecho a agredir y menos a socavar la dignidad humana.


Es por ello que los padres de familia tenemos la gran tarea de educar a nuestros hijos en el marco de la tolerancia y el respeto sin importar el sexo. El ideal de alcanzar derechos básicos para las poblaciones femeninas ha venido a convertirse en un logro incuantificable, pero también en una batalla desmedida entre sexos. Hombres y mujeres se disputan hasta el asiento del bus, la plata de la casa, los bienes, los hijos y lo menos pensado.


La marcha por la no violencia debe también enfocarse en el derecho de todo ser humano a no sufrir agresiones de ningún tipo. Debe velar y pedir el cumplimiento estricto de la ley sin distingo de género.


La historia ha encasillado los hechos violentos en contra de la población femenina, pero hoy otros sectores sufren como los discapacitados, los adultos mayores y los hombres.


Los niños y las niñas también son objeto de violencia a manos de sus propios padres y encargados, ya lo dijimos en el editorial del DIARIO EXTRA, el maltrato infantil fue declarado epidemia nacional pues supera todas las cifras. Seis de cada 10 menores son víctimas y parece que poco se hace por poner un alto.


Entonces el país tendrá que unirse, será otro día, para marchar en favor de los derechos de todas las personas no importa color de piel, religión, edad, sexo, diversidad sexual.


La marcha contra la no violencia tendrá además que enfocarse en el derecho de las y los ciudadanos a vivir en paz, pues parece que cada día son mayores los prejuicios, la intolerancia, el irrespeto.


Marchemos todos los días por un mundo sin agresión. Todos hagamos en nuestras casas y lugares de trabajo la diferencia.


Vivir sin violencia es un derecho.

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Martes 26 Noviembre, 2013

HORA: 12:00 AM

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