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Opinión

Editorial

Envejecer es como escalar una gran montaña; mientras se sube las fuerzas disminuyen, pero la mirada es más libre, la vista más amplia y serena”, Ingmar Bergman.

 

Este mes de octubre se dedica a festejar a los adultos mayores, a las generaciones que hicieron progresar al país. A esos abuelos y abuelas, padres y madres que llevan una cabellera platinada y su cuerpo se hace con el tiempo más frágil.


La conmemoración vale la pena y más cuando estamos de cara a un gravísimo problema que involucra a esta población vulnerable. Es un tiempo para tomar decisiones a su favor, para poner un alto a los abusos.


Solo en lo que va del año las autoridades han recibido al menos 600 denuncias por casos de violencia doméstica con víctimas que superan los 65 años de edad. El año anterior las estadísticas revelan que casi mil adultos mayores fueron irrespetados física, psicológica, patrimonial o sexualmente, situación que a todas luces parece incomprensible. Los agresores son en la mayor parte de las denuncias los familiares más cercanos como hijos, nietos o hermanos en algunos casos.


Pero lejos de mejorar la situación, en favor de este sector a sabiendas de sus necesidades, el paso de los años y aún la existencia de una ley de protección los manda al olvido social.


No podemos tapar el sol con un dedo, las pensiones que reciben nuestros ancianos están bastante lejos de permitirles una vida digna, a muchos apenas y les alcanza para salir el día a día, lo que les obliga irremediablemente a depender de sus seres queridos. Tal dependencia y falta de recursos es en buena un atenuante para dichas agresiones pues parece ser que a algunos familiares les incomoda tener que velar por el bienestar de sus antecesores y lo sienten como una carga no solo económica, sino social.


La situación pasa a ámbitos más graves, pues un 30% de la población en adultez en Costa Rica vive en estado de pobreza, siendo así más vulnerables a actos de violencia dentro y fuera del hogar. Y quienes logran salir a trabajar pues requieren de ingresos se enfrentan a otro drama, los empleadores poco reparan en jornadas extenuantes y salarios menores a los estipulados por ley, además les irrespetan vacaciones, días libres y otros privilegios que todo empleado posee.


El tema de la salud es también cuestionable, pues si bien la Caja de Seguro Social les da atención en clínicas, hospitales y Ebais no son la prioridad. Podemos encontrar a montones de adultos mayores que se ven obligados a salir de madrugada de sus casas aun con sus limitaciones y la inseguridad, para hacer largas filas y obtener servicios, ni qué decir de la asignación de citas en años luz y la cancelación de las mismas sin previo aviso.


Las poblaciones mayores requieren hoy la atención que en su momento el seguro social no planificó. La aplicación de la medicina preventiva podría de alguna forma estar paliando las aglomeraciones a las que está sometido el sistema.


Viendo el panorama actual y sabiendo que en unos 30 años más del 50% de la población superará los 65 años, la Caja debería estar haciendo planes estratégicos para funcionar acorde a las necesidades y no apenas pal´ gasto diario.


El envejecimiento es inevitable y la tendencia mundial arroja una mayor cantidad de personas en esa condición. Las tasas de natalidad han descendido y las necesidades de los países están variando, sin que hasta ahora haya consciencia real.


Para ejemplificar, no solo es un asunto de los costarricenses. En América Latina y el Caribe desde 2010 la población de 60 años y más supera al grupo de menores de niños y niñas de 5 años. Y en la actualidad, casi 700 millones de personas son mayores a las seis décadas, según el Índice Global sobre Envejecimiento.


Para el 2050, las personas en esas condiciones serán 2.000 millones, lo que resulta en más del 20% de la población mundial.


Lo anterior no son simples estimaciones, se trata de una realidad que no se puede obviar, que obliga desde ya a los gobiernos, organizaciones no gubernamentales, a la sociedad en general a crear ideas y prestar mayor atención a las necesidades de dichas poblaciones, así también a meter mano para aminorar los problemas que apremian.


Todos, bueno una gran parte de nosotros llegará a edades adultas, con las dificultades que implican en la salud, la vivienda, los ingresos y las relaciones familiares. Algunos en mejores condiciones que otros, pero al fin adultos mayores con marcas de experiencia, con mentes cargadas de recuerdos o víctimas del olvido, con manos y pies débiles, con voces entrecortadas, pero necesitados de amor, dignidad y respeto; derecho de todo ser humano.

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Jueves 03 Octubre, 2013

HORA: 12:00 AM

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