Las enteroparasitosis o parasitosis intestinales, que, como su nombre lo indica, utilizan el tracto gastrointestinal como refugio son uno de los grupos más comunes que afectan a la población, y pueden desarrollarse por dos tipos de parásitos los protozoos y los helmintos.
La mayoría de las parasitosis intestinales se contraen, por una vía que se denomina “fecal-oral”, que hace referencia a la contaminación de alimentos, agua y manos con heces que contienen huevos de alguno de estos parásitos y, al ingerirlos o ser llevados a la boca, ocurre la infección.
Algunos otros entran directamente a través de la piel, generalmente al andar descalzos sobre pisos con larvas de tales parásitos, las cuales llegaron a dicha superficie por la deposición de heces contaminadas con sus huevos.
En todos los casos, al ser parásitos intestinales, suelen producir fundamentalmente síntomas gastrointestinales entre los cuales se puede mencionar:
-Diarrea aguda (duración desde 1 hasta 14 días) o crónica (más de dos semanas) que se caracteriza por ser acuosa y, en algunas ocasiones, mucohemorrágica (con sangre y moco en abundancia)
-Dolor abdominal persistente y fuerte de larga duración y, en algunas ocasiones, intermitente
-Náuseas
-Pérdida de peso por mala absorción de los nutrientes de los alimentos
-En algunos casos de lombrices intestinales puede haber expulsión de los organismos por la boca, nariz y ano
-Fiebre en algunas ocasiones
Por último, resulta indispensable que ante cualquier síntoma como estos se acuda de inmediato al centro de salud para recibir atención médica.
De igual manera se debe tomar en cuenta desparasitar al menos una vez al año, aunque lo mejor es realizarlo cada seis meses.
