Museo de los Niños, Institución Benemérita de la Niñez
Tinta con sentido
Entré sin saber que iba a hallar, llevaba conmigo tan solo sueños y la esperanza de encontrar un espacio donde desarrollar una idea que había tomado forma desde el momento que un folleto capturó mi interés. La visita al Museo de los Niños de Venezuela despertó mi imaginación y esa misma noche, después de la visita, comencé a trazar en hojas de papel las salas que albergaría nuestro museo.
Supe que era el lugar indicado cuando, al subir la cuesta, descubrí que había un castillo que nos estaba esperando y si bien el lugar era tenebroso y sucio, me sorprendieron sus largos pabellones, techos con hermosas bóvedas y paredes de alturas poco usuales que darían espacio a cualquier exhibición. Mis trazos, aquellos que garabateé en hojas de papel, encontraron su lugar y para mi sorpresa había muchos, muchos espacios más para llenarlos de exhibiciones y dispositivos interactivos que permitirían a los niños adueñarse del conocimiento. Así nació el Museo de los Niños, con un poco de imaginación y el compromiso de construir un espacio en el cual la educación, la cultura y la sana convivencia estuviera al alcance de todos los niños de Costa Rica.
Recuerdo caminar entre la maleza que se alzaba por encima de mi barbilla, sorteando mapaches y serpientes, esquivando murciélagos que, asustados, salían volando de las celdas cuando el chirriar de las rejas les quitaba el sueño y espantaba a las ratas dueñas del lugar. Los árboles habían echado raíces en las paredes y el olor a humedad y podredumbre se filtraba por entre los ladrillos invitándonos a dejar el lugar… pero entre más me adentraba con el comandante y mi querida amiga Ana, más se revelaba el potencial de esta antigua edificación que clamaba por ser rescatada de su inminente destrucción, el edificio tenía vocación de centro cultural no de central camionera. Aquellos enormes salones prometían resguardar las obras de arte de los artistas para el deleite de niños y grandes y las celdas más pequeñas contar la historia del lugar. Y por si no fuera suficiente, había espacio para levantar un auditorio, un anfiteatro y salones para compartir y disfrutar de los más variados espectáculos y actividades… ¡este era el lugar!
La visita a La Peni fue reveladora, ¡todo un descubrimiento! Salí convencida que había que hacer un esfuerzo para crear ahí, un complejo cultural. Estaba convencida que en Costa Rica había el talento, la capacidad y el compromiso para transformar esas ruinas y ponerlas al servicio del arte, la educación y la cultura. El Museo de los Niños fue tan solo el punto de partida que nos abrió los ojos y nos invitó a soñar, a ver más allá de lo evidente y pasar de la oscuridad a la luz, de la ignominia al amor, la irracionalidad al conocimiento, del desaliento a la esperanza. Esa era sin duda la misión que debería cumplir el Centro Costarricense de Ciencia y Cultura: recordarnos que siempre tenemos la opción de cambiar el rumbo y la capacidad de superar nuestros errores para escribir una nueva página en el libro de la historia.
El reconocimiento que recibe hoy el Museo de los Niños como Institución Benemérita de la Niñez, es un honor que el Museo recibe a nombre de cientos de personas que a lo largo de estos 29 años han apoyado el sueño de acercar a niños y grandes al maravilloso mundo del arte y la cultura. Funcionarios, voluntarios y donantes que se han comprometido con crear un espacio de aprendizaje donde se incentiva la creatividad y se despierta la imaginación. Este es un reconocimiento que abarca a padres, abuelos y maestros que vienen a nosotros para disfrutar de una sana recreación en la que la convivencia familiar, el rescate de valores y la oportunidad de fortalecer el aprendizaje se logra a través del juego. Este es también un reconocimiento a los artistas y hacedores de cultura que con su creatividad iluminan nuestras instalaciones e inspiran a nuestros visitantes.
El camino no fue fácil, pero siempre conté con el respaldo incondicional de Rafael Ángel y su equipo de gobierno que creyeron, al igual que yo, que el ejercicio de la política es para enfrentar retos y concretar obras que permitan edificar una mejor sociedad, más educada y culta con proyectos capaces de generar el desarrollo de los pueblos. Esta visión, fue compartida por muchas personas que, desde los ministerios, las instituciones, las empresas, las universidades y el voluntariado han contribuido con la consolidación del “Museo de los Niños” apoyando a la Fundación Ayúdenos para Ayudar, a sus directivos y funcionarios, de ayer y de hoy. Es por eso por lo que el Benemeritazgo también pertenece a todos quienes han creído, como nosotros, que la cultura genera progreso, desarrollo y superación.
Este honor conferido al Museo de los Niños nos compromete a seguir innovando, a reinventarnos acorde a la demanda de los tiempos y buscar los medios para “saltar los muros” y llevar la magia de aprender jugando a todos los rincones del país. ¡Este es el reto!
