El diálogo y sus condiciones

Opinión

Muchos males sobrevienen a un grupo por falta de diálogo. Es muy común, y muy comprensible al mismo tiempo, que en la habitual convivencia de los seres humanos surjan disensiones; y esto casi siempre por prejuicios y malas interpretaciones. “Es el diálogo”, afirma el P. Larrañaga, “una solución casi infalible para todas las tensiones que pueden originarse en el seno de la comunidad”. ¿Qué es dialogar? El diálogo no es un debate de ideas en el que lo que se busca no es la verdad sino el propio interés; el diálogo no es polémica, controversia, confrontación o monólogos alternos. Dialogar es buscar la verdad entre dos personas o un grupo.
Y esto porque nadie es capaz de captar la verdad total de una realidad.
Se impone, entonces, merced al diálogo, el aportar la cuota de verdad que alcanzamos desde nuestro punto de vista, siempre limitado y parcial. Tenemos para dar y necesitamos recibir, y así nos enriquecemos con los varios aportes de todos, pues cada cual ha de seguir siendo lo que es y dando de lo propio mientras recibe de los demás. El P. Larrañaga reflexiona así: “Es inevitable cierta tensión en todo diálogo.
Tengo que esforzarme, sin compulsión, por seguir siendo yo mismo, sin dejarme absorber; pero al mismo tiempo debo admitir y hacer mío todo cuanto de bueno existe en el otro. E igualmente de mi parte tengo que abrirme hacia los otros para ofrecerles mi verdad y mi riqueza, teniendo sumo cuidado en no invadir ni anular a nadie.
Como se ve, el diálogo y la comunidad avanzan en un proceso de maduración por un camino erizado de conflictos que son el precio de la madurez.
Es verdad que el conflicto puede matar el diálogo, pero también puede matarlo la falta de conflicto. El diálogo sin una cierta tensión no es diálogo sino conversación”.
Sigo con el tema en un próximo escrito, Dios mediante.

PERIODISTA:

EMAIL:

Sábado 18 Marzo, 2023

HORA: 12:00 AM

CRÉDITOS: Juan Luis Mendoza