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Opinión

La política, igual que la vida humana, debe tener sentido

Miguel Ángel Rodriguez

Es bien sabido que las personas necesitamos tener un propósito para vivir una vida plena. Víctor Frankl, en su obra “El hombre en busca de sentido”, magistralmente nos señala la diferencia que significa vivir con propósito, incluso para quienes como él sufrieron los horrores inhumanos de un campo de exterminio nazi.

Le damos sentido a nuestra vida de conformidad con los valores que nos forman. 

En Costa Rica somos dichosos herederos de la cultura grecolatina-cristiana y de las vivencias de nuestros antepasados indígenas. Esos valores le dan sentido a una visión basada en la dignidad de toda persona, hecha a la imagen de Dios, con racionalidad que le permite escoger el bien, buscar la verdad, disfrutar la belleza, y amar: a sí mismo, a sus semejantes, su trabajo y sus actividades, a la naturaleza, y a su Creador. La vida en sociedad y su organización política también requieren tener sentido para que sean conducentes al bien común. 

Tradicionalmente los costarricenses vivimos apegados a ese sentido de la vida, incluso en relación con la trascendencia cristiana.

Pero como parte del mundo occidental hoy en Costa Rica vivimos un período de confusión donde el sentido personal de la vida y el sentido de la acción política sufren los embates del relativismo, del populismo, del inmediatismo, del imperio del espectáculo, la mediocridad y la mera emotividad. Vivimos un cambio de época. Imagino la confusión que habrán vivido los romanos cuando en el siglo V experimentaron las diferentes invasiones de los pueblos germanos, que acabaron destruyendo el Imperio Romano de Occidente y gestándose durante varios siglos el surgimiento de la Edad Media. Sabemos las luchas, la reforma y la contra reforma, las vicisitudes que se vivieron en Europa con el advenimiento de la Edad Moderna. Igual es lo que hoy experimentamos.

Los cambios tecnológicos tan intensos que se han dado y se dan, las nuevas realidades de infocomunicación, la velocidad de las transformaciones en los roles de mujeres y de hombres, en la organización de la familia y del trabajo, la cruda confrontación entre las naciones más o menos democráticas y los absolutismos, aumentan la perplejidad, la incertidumbre, la frustración, el enojo, el desarraigo.

Para enfrentar estas difíciles circunstancias debemos volver la vista a lo fundamental: al sentido de nuestra existencia.  En relación con la acción política de los ciudadanos, de los partidos políticos y de los gobernantes, creo muy necesario volver a discernir sobre los grandes interrogantes. Debemos como Sócrates en los diálogos que Platón nos narra en “La República” plantearnos, ¿para qué existe el gobierno?, ¿para qué los partidos?, ¿por qué y para qué participar en actividades políticas?

Hoy como hace 25 siglos la respuesta debe ser para servir, para promover el bien común, para actuar de manera que lo que considero mi bien incluya el bien de las demás personas. Esto requiere de nuevo privilegiar la verdad, el bien, la justicia, la belleza, el amor. Y sí, la fe trascendente del cristianismo y también de otras religiones facilita enormemente dar sentido a esos valores. 

Respetar la verdad, buscar el bien, someterme a la justicia, admirar la creación y la belleza, amar a mis hermanos es más fácil si estoy convencido de que somos criaturas de un Dios que es nuestro padre común que nos ama.

PERIODISTA: Redacción Diario Extra

EMAIL: [email protected]

Lunes 06 Febrero, 2023

HORA: 12:00 AM

CRÉDITOS: Miguel Ángel Rodriguez

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