Tras horas de descanso sin ingerir alimentos, el organismo necesita reponer fuerzas y obtener suficiente energía para afrontar la nueva jornada.
Por supuesto, el primer error es no desayunar o tomar únicamente un café, así también como pretender llegar al almuerzo sin nada en el estómago, tal vez pensando que es la mejor opción para perder peso..
No obstante, si el cuerpo no absorbe los nutrientes de la comida, se mantendrá con fatiga, malestar y debilidad progresiva a lo largo de la mañana.
Una mala decisión es consumir un café “cargado”, ya que resulta agresivo para el aparato digestivo. Con este hábito cotidiano, la acidez, el reflujo o una incipiente gastritis, no son de extrañar.
Otros errores que se deben evitar es el abuso de los zumos envasados y bollería industrial, son fuente de azúcares simples y de grasas poco saludables, muchas de ellas transgénicas. Llenan y provocan saciedad, pero, en realidad, aportan poco a nivel nutricional. Siempre es preferible una pieza de fruta o un zumo natural.
El desayuno ha de ser una comida completa, no necesariamente abundante, pero sí con los tres macronutrientes fundamentales: hidratos, proteínas y grasas, los carbohidratos complejos deben predominar, pero eliminar totalmente las proteínas de alto valor biológico del desayuno, es un error.
