Educación para cerrar brechas

Gloria Bejarano Almada

Con suma preocupación he leído sobre las advertencias que se hacen en el Estado de la Nación sobre la brecha en educación, la insuficiente atención de las personas en estado de pobreza por parte de las instituciones sociales, la falta de puestos de trabajo, el deterioro del campo y el aumento en la desigualdad, todo lo cual nos tiene que llevar a la reflexión y a la acción.

Recuerdo como hace 33 años vivimos circunstancias similares con el agravante que el deficit fiscal consolidado del sector publico rondaba el 8%, el índice de pobreza rondaba el 22% y por si no fuera suficiente, las reservas en el Banco Central alcanzaban para tan solo ocho días de importanciones, lo que perjudicaba seriamente a la economía. Urgía implementar cambios y se hicieron con éxito.

Recuerdo también que la principal directriz en el Consejos de Gobierno era lograr un clima de confianza que atrajera la inversión extranjera y diera confianza a la nacional y con ello reactivar la economía.

Sin embargo, éramos conscientes que no bastaba la reactivación si no había una justa distribución, era necesaria la activación de nuevos programas sociales que atendieran las necesidades urgentes de las personas, el apoyo decidido a la educación y la reactivación y modernización de las instituciones encargadas de atender los problemas que afectaban a la ciudadanía.

El IMAS, una extraordinaria institución creada para combatir la pobreza, enfrentaba un serio problema cuando tan solo el 20% de sus recursos estaban destinados a los programas sociales y un 80% se destinaban a gastos operativos. Eso había que invertirlo tal como se hizo, además se creó el Sistema de Identificación de Beneficiarios, con el que se logró identificar a las personas más pobres y necesitadas del país mediante censos a nivel nacional. Como diputada vi la necesidad de que esta herramienta se convirtiera en ley de la Republica y hoy permite que todos los recursos que las instituciones del Estado destinan a los programas sociales sean entregados a quienes verdaderamente lo necesitan y merecen, ayudando, como se hizo en los 90, a combatir en forma más efectiva a la pobreza.

Las instituciones deben ser renovadas constantemente y los procesos de innovación implementados pues las necesidades de los pueblos evolucionan, cambian, se agravan y complican como en el presente en el que la pandemia causó un severo deterioro en la educación, afectó la economía mundial, provocó el aumento en la desigualdad y dejó secuelas psicológicas en la población, especialmente en las nuevas generaciones que ven su futuro con escepticismo y el estudio con apatía y desinterés.

Hoy nuestro sistema educativo necesita ser analizado y revisado para enfrentar la creciente brecha entre nuestros programas y aquellos que ejecutan los países más desarrollados; algunos dirán que no podemos compararnos y, sin embargo, acciones tan sencillas como el restablecimiento de los dictados y la escritura manuscrita hoy son parte de los cambios que realizan países del primer mundo. Podemos comenzar promoviendo la escritura manuscrita y la lectura, tal como lo propone el Ministerio de Educación, y convertirlo en una actividad en la que, desde el hogar, apoyemos la lectura leyendo cuentos en voz alta, haciendo concursos de caligrafía, comparatiendo libros e incentivando la redacción de historias familiares que rescaten memorias, tradiciones y costumbres.

Debemos y podemos ir más allá, volver los ojos a los países del primer mundo que han cimentado su desarrollo invirtiendo en una educación formal del mas alto nivel que va de la mano de una formación integral en la que lo mismo inculcan valores, que desarrollan programas de servicio a la comunidad y logran el justo equilibrio entre la educación tradicional y la educación digital… esa es la educación a la que podemos aspirar.

Una educación que permita a nuestros niños y jóvenes la comprensión del mundo que les ha tocado vivir, que les brinde las herramientas y la tecnología para enfrentar los retos de la globalización, que desarrolle su intelecto y al mismo tiempo le de la formación para ejercer una ciudadanía activa que los comprometa con la lucha contra la pobreza, la eliminación de las desigualdades y el fortalecimiento de nuestro sistema democrático a través de su institucionalidad.

No me cabe la menor duda que el camino para enfrentar los retos que señala el Estado de la Nación es el fortalecimiento de la educación. Costa Rica se ha destacado en el Continente por la calidad de su educación y la de sus universidades públicas y privadas, por sus programas de desarrollo social y su sistema de salud, pero hoy tenemos que ir mas allá renovar instituciones, crear alianzas y garantizar una educación de primer mundo que permita a todos tener una mejor calidad de vida y ser participes en la construcción de una sociedad capaz de alcanzar un desarrollo sostenible en lo económico, lo social y lo ambiental.

PERIODISTA: Redacción Diario Extra

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Sábado 28 Enero, 2023

HORA: 12:00 AM

CRÉDITOS: Gloria Bejarano Almada