Uno de los órganos más fascinantes del cuerpo es la lengua. Interviene en diversos procesos fundamentales para los humanos: la deglución, el habla y el principal receptor del sentido del gusto.
Dentro de la anatomía de la lengua existe un frenillo lingual, una mucosa que se encarga de unir la parte inferior de la lengua con la base de la boca. Ayuda a la deglución y a controlar los movimientos de este órgano.
La lengua humana tiene entre 2 mil y 8 mil papilas, existen cuatro tipos de papilas en la lengua: circunvaladas, foliadas, fungiformes y filiformes. Las filiformes son las únicas que no tienen receptores gustativos, aportan la textura rugosa a la cara superior de la lengua.
Las otras tres sí pueden denominarse papilas gustativas y contienen células receptoras que responden a distintos estímulos químicos y permiten distinguir los sabores dulce, salado, amargo, ácido.
El rango de movimiento de la lengua se debe, a la cantidad de músculos que intervienen y que se dividen en dos grupos: músculos extrínsecos y los intrínsecos que permiten que la lengua se alargue, se ensanche o pueda adquirir una forma convexa.
El tamaño promedio de la lengua humana no supera los 8,5 centímetros y sus diseños son únicos tal como ocurre en las huellas dactilares que no existen dos iguales.
La longitud promedio de la lengua es de 7,9 centímetros en mujeres y de 8,5 centímetros en hombres.
Sin embargo, existe un récord Guiness Nick Stoeberl el hombre con la lengua más larga con una medida de 10,1 centímetros, le sigue Chanel Tapper con 9,75.
