A muchas personas les duele el alma de tan solo pensar en bañarse con agua fría, mientras que otras disfrutan de las bajas temperaturas.
De ahí la importancia de conocer las ventajas de cada una de las formas de bañarse en la ducha, para tomar una decisión de acuerdo con sus necesidades.
Entre los beneficios de tomar una ducha de agua fría, se puede mencionar que acelera la circulación, reduce el dolor muscular, refuerza el sistema inmunológico y ayuda a reducir la caída de cabello.
Algunos gastroenterólogos aseguran que al bañarse con agua fría se acelera el metabolismo y se queman calorías, debido a que el cuerpo necesita trabajar más para aumentar su temperatura.
En el caso de la ducha de agua caliente, alivia el estrés, la rigidez y la ansiedad, los dermatólogos recomiendan que la temperatura de un baño caliente oscile entre los 36,5 y 39ºC.
Ayuda a aliviar la rigidez de las articulaciones, como el cuello dolorido o “torcido”.
Además, descongestiona las vías respiratorias, calma las migrañas, alivia cólicos menstruales, relaja los músculos y ayuda a conciliar el sueño.
En resumen, ambas duchas tienen grandes beneficios, pero debe definirse según sus necesidades. Otra buena opción sería optar por un baño de agua tibia.
