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Espectáculos

¡No se desgaste con las pantallas!

En la actualidad, las personas prácticamente pasan la vida frente a una pantalla, podría ser el monitor de la computadora, la televisión, los smartphones, tabletas, consolas de videojuegos. Algunos por trabajo y obligaciones se mantienen pegados de dichos aparatos todo el día, así como muchos otros lo hacen por entretenimiento, pero si no se tiene control esto puede causar graves consecuencias. Por ese motivo, DIARIO EXTRA contactó a Gabriela Salas, psicóloga, quien aparece en Instagram como psicogamercr.

Al consultarle a la profesional cómo afecta al cerebro el estar siempre frente a una pantalla, comentó: “Esta sobreexposición va a alterarnos, hacer que produzcamos más adrenalina. Se relaciona con el área de las recompensas que está muy ligado con los neurotransmisores, adrenalina, noradrenalina, entonces nos motiva a seguir consumiendo”. 

Y continuó: “Pasa lo mismo con las películas, las hacen muy llamativas, usan muchos efectos especiales, la música para que sea más inmersivo. Son cosas que nos motivan a estar más expuestos a estos entretenimientos. Esto ha llegado al punto en que los videojuegos y las redes sociales lo aprovechan para que la gente pague por contenido adicional”. 

Adujo que funciona en las redes, pues: “No solo veo el reel, sino las publicaciones de la persona. En el caso de los reels, vemos cosas que nos llaman la atención y eso hace que el cerebro relacione el tiempo en la red social con bienestar. Al cerebro se le hace costumbre el estar expuesto a los estímulos, empieza a pensar: ‘esto es lo que necesito’. Pasa algo parecido cuando consumimos azúcar o tomamos café, sentimos un placer y continuamos consumiéndolo”.

¿HAY DIFERENCIAS ENTRE MENORES Y ADULTOS?

“Claro que hay diferencias entre el uso de niños y adolescentes con los adultos, porque están aprendiendo. Eso va a afectar tanto psicológicamente como físicamente. Además, y a veces también por la parte de genes, a veces hay chicos que ya necesitan anteojos y apenas tienen 7-8 años. No estoy diciendo que es por las pantallas, pero si ese chico pasa metido en ellas, tras que ya tiene una condición en su vista se podría perjudicar más”. Agregó que: “incluso después de nacidos nuestra vista está en desarrollo, por eso yo recomiendo el uso de pantallas en mayores de 6 o 7 años, porque ya está más desarrollada la parte visual”.

Expuso que los menores quieren estar entre pantallas porque les produce muchos estímulos agradables. “Y también por eso se debe poner ciertos límites”, pues “si desde el principio les estamos dando las pantallas, ya 3 o 4 años después es una conducta que va a estar muy normalizada. Ya si se la quitan se va a poner furioso, no va a querer estudiar, no va a querer dormirse y un montón de hábitos que se le van a ir quitando por eso mismo, porque está sobreestimulado”. 

Lamentó que a veces los mismos padres estimulan esas conductas: “Desde muy pequeños les ponen las pantallas y tal vez sin un horario. No es que la pantalla, la computadora o el videojuego sean malos en sí, pero hay que tener un control del horario. Para niños y adultos. Son pequeños hábitos que se deben introducir poco a poco”. 

“Los chicos deben entender que hay también límites, hay que ponerlos. Que hay una hora para todo, porque si no de adultos vienen efectos a largo plazo, como la procrastinación, porque quizá quienes jugábamos hace unos años no teníamos límites y entonces eso desarrolla esta parte de que cuesta adquirir hábitos, que uno va al gimnasio dos o tres veces y ya no quiere, me aburrí, porque al estar tan sobreestimulados lo que sea menos atractivo ya lo vemos como un deber. En este caso del gimnasio, no lo vemos como un pasatiempo que nos puede relajar y traer cosas beneficiosas”, enfatizó. 

Y añadió: “En el caso de las nuevas generaciones, van a pasar frente a una pantalla toda su vida, entonces hay que enseñarles a controlarlo y desarrollar horarios, y eso requiere tiempo de los padres. Es difícil el asunto, pero tienen que sacar ese rato. Hay que hacer horarios y desarrollar rutinas para enseñar hábitos y con los chicos hay que ser muy estrictos para que cuando sean adultos no les cueste tanto. Que no deban depender de las pantallas para entretenerse, que vean que tienen opciones. Esto es difícil para los papás, porque piensan: o le doy la tablet al chico o lo escucho dos horas llorando. Hay que explicarles por qué les quitan los aparatos electrónicos”.

“Es importante también decirle el porqué. Si no, el chico se va a indisponer, enojarse, ponerse triste. Es sentarse a hablar con naturalidad. Llamarlo y decirle que es momento de hacer un horario porque estamos viendo que no tenemos un horario de entretenimiento, hay que hacerlo y respetarlo. Pero los padres deben dar el ejemplo, no se vale quitarle la tablet al chico y pasar pegados al celular todo el día. Porque si no va a decir el chico por qué papá y mamá pueden y yo no. No es justo, y volvemos a ese tema de que me quieren castigar, que soy malo”, sentenció. 

¿Y PARA LOS ADULTOS?

“Acá hay algo importante y es cómo balanceamos la hora de entretenimiento. Es decir, si yo paso todo el día frente a un monitor por el trabajo, y también estoy pegada al teléfono por mis obligaciones hay que hacer un horario. Las horas del trabajo se apuntan, después de eso, busco entretenimientos que no sean en una pantalla. Darse una vuelta, sacar al perro, sentarse en la cochera y tomarse un fresco mientras ve a la gente pasar. Me quedo ahí unos 40 minutos. Puede agarrar un libro, una revista, un periódico, en formato físico, así fomento el hábito de la lectura. Puedo llamar a un familiar o a un amigo, que es un hábito que con WhatsApp se ha perdido la costumbre, porque mando un audio y listo”, aconsejó. 

Y continuó: “Estar así un par de horas y ahora sí se puede estar unos 30 o 40 minutos en las redes sociales, contarlos porque es muy adictivo, ver qué mensajes me enviaron y ya después se podría comer, que ese es otro asunto, el hábito de comer, que estamos comiendo y viendo tele, entonces no estoy disfrutando el momento de la comida. Hay personas que uno les pregunta qué comieron y dicen: ay, no sé, pero le puede contar cuál serie estaba viendo. O le dicen: recuerdo que eran unos macarrones, pero ni sé qué tenían. Me lo comí y listo. Y tras de eso nos comemos la comida en 10 minutos, muy rápido. Entonces, en el caso de los adultos es balancear. Si usted por ejemplo es de ir al gimnasio, le puede dedicar unas dos horas, regresa a la casa, come y si le gustaría ver una película, pues de nuevo vuelve a la pantalla”.

RIESGO DE SALUD MENTAL

La profesional llama la atención respecto a conductas que se producen al insertarse mucho en estos mundos y consumir en exceso especialmente redes sociales, como la presión social, el FOMO (Fear Of Missing Out, la sensación de que nos estamos perdiendo algo), “que si no estoy en redes no existo, hay presión para exponer la vida propia y de los demás para no quedarse atrás, al punto que se reduce el bienestar, pues se pueden ver afectados hábitos de sueño y de consumo.

Subrayó además, sobre el llamado multitasking, que se da porque no se saca el tiempo de separar las actividades y que: “una cosa es estar en la computadora, otra es estar en la tablet y otra estar en el celular, también tiene que haber espacios entre (el uso de) ellos para no sobreestimular el cerebro, que eso es lo que hace el multitasking. Creemos que el cerebro puede con todo, que podemos hacer 5 cosas a la vez, y no es cierto. Nosotros obligamos al cerebro a eso, pero no significa que esté listo”.

Y los efectos de esta sobreexigencia incluyen: “depresión, porque ya no me siento útil, de no hacer varias cosas a la vez, me desmotivo porque de hacer tantas cosas siento que voy a explotar, ansiedad, que es muy típico de estos tiempos. Hay que cuidar mucho la salud mental y está muy ligada a los hábitos, al modo en que usamos las pantallas, utilizamos nuestro tiempo, cuánto nos exponemos a las pantallas, también realizar actividades al aire libre y que no tengan que ver con pantallas”, finalizó.

LÍMITES PARA LOS MENORES

Converse con el/la menor sobre los horarios, el objetivo, el porqué se aplican y varíe los tiempos. Por ejemplo: cuando el/la menor vuelva de estudiar, que haga la tarea o los deberes de la casa. Después puede dejar que esté jugando en la computadora una hora y luego darle un refrigerio, más tarde preguntarle qué prefiere, si seguir jugando una hora más o ver una película. También puede fomentar otros hábitos como ir al parque para jugar bola o leer un libro. Que sea decisión de el/la menor, pero mejor que no pase más de 4 horas diarias viendo pantallas. Los papás ven si reducen el uso y se pueden acomodar con sus propios tiempos, para estar presentes o dando vueltas, saber qué hace el/la menor en este tiempo. Es más recomendable que primero hagan las tareas para que no se distraigan demasiado con esta clase de actividades y que se efectúen más de un hora antes de dormir.

Fuente: Gabriela Salas, psicóloga

 

PERIODISTA: Redacción Diario Extra

CRÉDITOS: Daniel García / [email protected]

EMAIL: [email protected]

Lunes 05 Diciembre, 2022

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