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Opinión

Por qué Brasil es Brasil

Opinión

 

 

 

Hace algunos años, ingresé un lunes al medio día a la habitación del sexto piso de un hotel frente al Parque Aterro de Flamengo, Río de Janeiro. A pesar de ser un día y hora laboral, observé desde la ventana que las cinco canchas de futbol del parque, estaban llenas. Rápidamente salí a mis compromisos de trabajo. Al regresar, como a las seis de la tarde, y echar una mirada, todos los campos seguían ocupados, con gentes de diferente género y edades, niños, jóvenes, adultos. Unos entrenando, otros jugando informalmente, incluso algunos en encuentros formales con uniforme y árbitro. Al regresar de la cena, contemplé por unos minutos, a eso de las once de la noche, que las cinco canchas seguían en pleno uso. “Caramba, -pensé, quizás se trate de amigos, o compañeros que por temas de trabajo solo disponen de la noche para hacer ejercicio”. Los dos siguientes días fueron igual. Me despertaba el murmullo de jugadores en la cancha y silbatos de referí. Entonces miraba brevemente el colorido panorama de personas disfrutando del futbol. Por la noche, antes de caer agotado en la cama tras la jornada laboral, me asomaba para constatar el mismo entorno.
Una noche, ya avanzadas las horas, a pesar de sentir un sueño pesado y notar la habitación muy oscura, percibí lejanos ruidos de juego y gente gritando. A tientas, tropezando con las cosas, picado por la curiosidad, desde la ventana me sorprendió ver una cancha iluminada y dos equipos uniformados en pleno juego, con referí y hasta seguidores de ambos bandos con tambores. Por unos segundos seguí el partido, pero el sueño me dominaba. Al voltear, observé que el reloj de mesa marcaba las 3:21 a.m. No me lo creí. Busqué mi teléfono, solo para corroborar que era la hora correcta. La sorpresa me hizo regresar a la ventana, para confirmar que no fuera un sueño de madrugada. Ahí seguía aquel ambiente competitivo y sonoro de jugadores y seguidores.
Entonces me vinieron a la mente las viejas imágenes en blanco y negro de Garrincha y Pelé. El estilo único de Romario, la potencia ofensiva de Ronaldo y la magia de Ronaldinho. La elegancia de Zico, la contundencia de Jairzinho, la efectividad de Carlos Alberto y la zurda de Rivelino. Viendo el juego, comprendí la frase de que “en Brasil el futbol es religión”. Todo se detiene –comercio, política, estudio, trabajo– cuando juega la “verdeamarela”. En Brasil, el futbol es cosa seria, tema de Estado, pasión, delirio, surca las venas de sus moradores. Un fenómeno sociológico. Quizás no exista un país o torneo de futbol mayor en el mundo, donde no haya al menos un jugador o entrenador brasileño. Es su principal producto de exportación. Hasta repasé nombres de brasileños que han pasado por nuestro futbol, y los que aún recorren nuestras canchas. Rememoré la alegría y colorido que sus fanáticos, o “torcedores” llevan a los mundiales, o torneos de clubes. Luego de un rato, con la habitación aún oscura, regresé a la cama reflexionando en este deporte que amamos, y concluyendo que, en materia de futbol, definitivamente Brasil es Brasil.

 

 

 

PERIODISTA: Redacción Diario Extra

EMAIL: [email protected]

Sábado 03 Diciembre, 2022

HORA: 12:00 AM

CRÉDITOS: Víctor Chacón Rodríguez*

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