Costa Rica ya no es potencia en materia ambiental

Editorial

Durante las últimas décadas, Costa Rica se ha vendido ante el mundo como un país superproteccionista en materia ambiental. Se hacen promesas, se firman compromisos y se va a todas las actividades ambientales a contar todo lo que se hizo, pero no lo que se dejó de hacer.

Costa Rica se ha caracterizado por predicar que se respeta el medio ambiente, las autoridades impulsan todo lo que sea sembrar árboles, evitar la contaminación y el territorio nacional hasta se hace llamar pionero en reciclaje o por lo menos esa imagen se quiere vender ante el mundo.

Sin embargo, se debe medir correctamente el alcance de las políticas para concretar las buenas intenciones aterrizándolas con la realidad. No puede primar el presunto cuido al medio ambiente pasándole por encima al ser humano y a su manera de ganarse la vida.

Según el último Índice de Desempeño Ambiental el país tuvo un bajonazo bastante fuerte, tras caer estrepitosamente del puesto 3 que se ocupaba en 2011 a pasar al puesto 68 en 2022.

Esto debería hacer que las autoridades entiendan que o no están haciendo las cosas bien o algunos países lo están haciendo mucho mejor, porque sin importar el motivo claramente deberían ponerse las pilas para ver si recupera el terreno perdido.

Como territorio preocupado por el medio ambiente, se debería de ver en qué se falla y cómo solucionarlo, porque la caída en este ranking sin lugar a dudas puede llevar a que la gente que mira desde afuera se haga una terrible impresión.

Y es que las malas notas obtenidas en este rubro vienen de cosas prevenibles y que están en las manos de las autoridades mejorarlas, por ejemplo, las desregulaciones que hay en muchas áreas de las empresas públicas es una de estas.

También el tema del desmantelamiento de las instituciones sumado a los escasos controles ambientales, ese conjunto de circunstancias hace que Costa Rica esté bajando en caída libre en los rankings.

Eso quiere decir que todo lo realizado en el gobierno anterior se quedó tan solo en palabras vacías, porque claramente alrededor del mundo se da una impresión muy distinta comparada con la imagen que daba el expresidente, quien se jactaba de las soluciones de cambio climático, economía verde y los mercados de carbono, maravillas que ante las miradas internacionales no son más que falsas soluciones.

Sin embargo, las decisiones venían acompañadas de acciones realmente negativas, al punto que lo hecho con la mano se borró con el codo, pues se sufrió enormemente por la impunidad del delito ambiental, además de que en algunas áreas existen controles muy frágiles que al final terminan pasando factura.

Basta con analizar las políticas que algunos toman, las cuales hacen quedar a los costarricenses como de paños tibios. Por ejemplo, los supermercados no dan bolsas plásticas y, a pesar de que muchos se escudaron en un tema de medio ambiente, se sabe que esto fue más un ahorro para los comercios que otra cosa, porque de querer hacer un cambio y brindar una ayuda real al medio ambiente no venderían tantos productos de un solo uso que al fin y al cabo terminarán contaminando en algún basurero. Además, las nuevas bolsas ecológicas se cobran aparte, lo cual aumenta la factura en los comercios. Como siempre, en Tiquicia somos convenencieros.

Datos de la organización no gubernamental Mar Viva revelan que aproximadamente entre 110 y 170 toneladas métricas de basura quedan a la intemperie y un alto porcentaje de estas llega hasta el mar.

Más clara ni el agua, en este país se usan 600 mil toneladas de plástico al año para hacer vajillas desechables, botellas, bolsos y otros productos que irremediablemente contaminarán el planeta. Lo anterior implica que aproximadamente el 40% de los productos plásticos que se importan y producen son de uso desechable.

Pero no se puede ir muy lejos, la mayoría de los usuarios del servicio de recolección de basura a lo largo y ancho del territorio nacional no selecciona los residuos, es decir, los echa revueltos en las bolsas que se colocan afuera de las casas. Entonces los camiones de las municipalidades recogen y depositan los desechos en vertederos, donde dañarán el suelo y el aire.

Hay otros cantones donde existen programas de reciclaje, pero pocos ciudadanos se comprometen a separar los residuos, almacenarlos y llevarlos por sus propios medios a centros de acopio.

O cuando los habitantes se comprometen las municipalidades deciden ponerse exquisitas y seleccionan cuál material reciclarán y cuál no, y todo esto no se da por un tema de medio ambiente, sino porque hay materiales que pagan mejor que otros, entonces lo que implica más esfuerzo, pero paga menos, no es atractivo.

Con el panorama anterior, cómo decir que Costa Rica es un país verde, ecológico y comprometido con el medio ambiente, cuando las autoridades no han sido capaces de dar solución desde las propias casas, barrios y comunidades a los desechos sólidos y a todos les parece muy cómodo empaquetar aquello que ya no sirve en las mismas bolsas.

En este país hay multas por contaminar y no se cobran, entonces esa misma inacción de la autoridad da paso para que se le irrespete. En el territorio nacional abundan las áreas verdes, llenas de bosques y muchos animales, pero de basura también.

Un tema prioritario es que en las mallas curriculares se impartan lecciones a los niños y jóvenes sobre este tema, que lejos de tratarse de una moda tiene que convertirse en un modo de vida para que de verdad exista un cambio real y, entonces sí, sea posible para los ticos jactarse de vivir en un país realmente verde.

PERIODISTA: Redacción Diario Extra

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Jueves 23 Junio, 2022

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