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Opinión

Nostalgia electoral

Gloria Bejarano Almada

Recuerdo con nostalgia cómo se vivían las elecciones no hace muchos años en Costa Rica: nuestras calles llenas de banderas, con “piquetes” donde los jóvenes, desde temprana edad, se manifestaban y repartían panfletos en las esquinas en favor de un candidato y la alegría por la fiesta electoral era contagiosa. Las casas mostraban con orgullo la filiación de sus habitantes con calcomanías y banderas que en oportunidades ostentaban distintos colores pues la tolerancia y el respeto eran parte de la cultura política que se había logrado cultivar.

En los meses anteriores a la víspera de la elección, las sedes de los partidos vivían una efervescencia producto de las distintas actividades que se realizaban, desde la capacitación de los líderes hasta el reclutamiento de guías. En las oficinas centrales se reunían constantemente los grupos de estudio que preparaban el material para el Congreso del cual saldría el programa de gobierno. Los Núcleos de Acción Programática reunían profesionales del más alto nivel, con experiencia y conocimiento y, desde la perspectiva ideológica del movimiento, ofrecían sus ideas y propuesta para solventar los problemas que enfrentaba el país. La realización permanente de foros, mesas redondas y congresos obligaba al estudio, la meditación, la confrontación de ideas y la reflexión de los participantes, erradicando con esto la improvisación y las propuestas populistas. 

En la Oficina del Candidato se atendían citas, se programaban giras, se atendía a los representantes de los diferentes sectores de la sociedad, lo mismo los empresarios que los trabajadores, los educadores o los agricultores, a todos se les escuchaba en sus planteamientos, dudas y propuestas. La Oficina de la Esposa del Candidato, a su vez coordinaba el grupo de estudio relacionado con los problemas sociales, realizaba giras para empaparse de la realidad que enfrentaban los sectores menos favorecidos y el funcionamiento de las instituciones gubernamentales encargadas de ayudar a niños, mujeres, personas de la tercera edad y aquellos en situación de desventaja. Esa es mi vivencia. 

Los partidos eran esos espacios de formación, estudio y análisis de la realidad nacional en los que tan importante era el tema económico como el social, en los que se procuraba fortalecer el Estado Social de Derecho con programas concretos y que el crecimiento económico fuera acompañado de una justa distribución. Se compartían ideales, había comunión de ideas y una visión positiva. 

Muchos partidos dejaron de ser esos espacios y se convirtieron en maquinarias electorales en las cuales su razón de ser es tan solo ganar una elección, tomar el poder por el poder mismo, atrás quedó la formación, la ideología, los ideales, el compromiso, la programación y las propuestas serias y viables. Hoy la improvisación, la incapacidad y el populismo se hacen presentes en los debates dejando al desnudo representantes que distan mucho de ser la persona que con urgencia necesita el país para enfrentar la crisis que se avecina.

Muchos de los que condenan la política la practican sin siquiera comprender lo que significa ser político, se vanaglorian de no tener experiencia en el campo, presentan soluciones simplistas sin considerar lo difícil que es gobernar, conciliar posiciones, manejar el marco legal, entender el funcionamiento de las instituciones o la división de poderes. 

Muchos brincan de una posición a otra sin importar si es de derecha, izquierda o centro, lo importante es que sea “atractiva” al electorado ante el silencio de quienes prefieren sumar votos para sus partidos antes de defender posiciones.

Los electores tienen el derecho de conocer la trayectoria de los postulantes y de quienes conformarían su equipo de gobierno para valorar su capacidad y liderazgo, así como la ideología que ostentan pues de ella dependerá el rumbo por el que eventualmente conducirán al país. 

Nos hicieron creer que todo lo que venía del pasado era malo, que el bipartidismo era inoperante, arcaico y limitaba la participación popular, que la experiencia no servía y era mejor apostar por lo “diferente” y por quienes ofrecían hacer un cambio, aunque en realidad nunca tuvimos muy claro hacia dónde nos conduciría ese cambio… hoy lo sabemos.

La proliferación de partidos políticos nos puede llevar a la peor crisis política que haya enfrentado nuestra democracia. Sí, los partidos políticos han fallado, pues no por tener muchos hoy somos más democráticos ni existe menos corrupción. También hemos fallado los políticos pues hemos cometido errores que han sido aprovechados por quienes buscan destruir nuestro sistema democrático sembrando la división, el odio y la desconfianza entre el pueblo. Son los ciudadanos los que hoy tienen en sus manos el destino del país, será el voto razonado, informado y responsable el que nos pueda ayudar a recobrar el camino que nunca debimos abandonar.

PERIODISTA: Redacción Diario Extra

EMAIL: [email protected]

Sábado 22 Enero, 2022

HORA: 12:00 AM

CRÉDITOS: Gloria Bejarano Almada

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