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Opinión

Jubilación, soledad y emociones

La jubilación en Costa Rica es la etapa de la vida que se empieza a desarrollar fuera del ámbito laboral formal en el que medió una o varias relaciones de trabajo, reconocidas legalmente, entre un patrono y un servidor, y que tiene vigencia posterior al cumplimiento de requisitos etarios y financieros establecidos por el régimen de la Seguridad Social, para cuya contraprestación a la persona que se retira es el otorgamiento de un monto de dinero o pensión mensual, fijado según los parámetros cuantitativos definidos por ese régimen.

La Seguridad Social parte de supuestos erróneos respecto de la persona que pasará el resto de su existencia en la casa. Uno de ellos es pensar y asegurar que la transferencia monetaria que se le hará cada mes, es lo más importante que necesita para “vivir”. En las sesiones “preparatorias” que se ofrecen en organizaciones a quienes en pocos meses o en uno o dos años tendrán que irse, se enfatiza únicamente en las habilidades que debemos hacer acopio para administrar bien el patrimonio que deparará la pensión, como si el dinero fuera el “alimento” no solo del cuerpo sino también del alma… Desafortunadamente, se equipara el nivel de vida (lo que requerimos, verbigracia, para poder comer, pagar el préstamo hipotecario o atender otras deudas) con la calidad de vida (por ejemplo, el estado de la salud física o mental, la compañía o no de una o más personas dentro de la vivienda o redes de apoyo externas), que son conceptos y experiencias muy distintas.

El otro yerro es creer que la persona que se jubila se meterá en la casa para “descansar” y “pasar feliz” todos los años que le faltan antes de morir, porque se da por un hecho que ya trabajó mucho y que no quiere saber más de la oficina o de la fábrica de la cual se fue. Se concluye equivocadamente que como “estará feliz”, sus necesidades emocionales no serán un problema satisfacerlas puesto que, controladas estas por la paz y tranquilidad que supondrá no levantarse temprano para ir al trabajo o regresar de noche cansado, solo deberá preocuparse de conseguir lo material. Vana ilusión, porque al Estado se le “olvidó” explicar que la tranquilidad económica o física no se corresponde necesariamente con la tranquilidad emocional o la “paz del alma”. Pasó por alto que el tiempo excedente y excesivo que le tocará afrontar a la persona jubilante, en especial si vive sola, es un acicate -además de estresante e incluso peligroso si no es encausado apropiadamente- para el desajuste emocional. Entonces, ¿de qué sirve tener arroz y frijoles en la mesa, cancelar mis cuentas o prodigarme un techo alquilado o propio bajo el cual dormir, si me estoy “muriendo por dentro”, valga decir, si lo material no está apaciguando mi “alma sufriente” ni por tanto mi felicidad?

Empresas o instituciones públicas, en particular en los países nórdicos, han comprendido que hay una responsabilidad moral con las personas que contribuyeron a su engrandecimiento económico, por lo cual continúan relacionándose con ellas a través de programas especiales con los que las involucran en actividades comunales planificadas o promoviendo sus aportes en esas organizaciones bajo otro formato relacional y adecuado a sus necesidades específicas emocionales, cuyo fin es motivar a esas personas a que mantengan la calidad de vida.

Incluso, es dable pensar que un “rescate emocional” de esa naturaleza o de otro tipo dirigido al mismo propósito, evitaría o atenuaría una de las manifestaciones físicas más perniciosas de la ansiedad, la angustia o la depresión, según sea el caso, y que es ocasionada por la incapacidad involuntaria de manejar los efectos de las reacciones químicas que se dan en nuestro cerebro cuando nos “invaden” pensamientos negativos durante la jubilación, por ejemplo, sobre todo viviendo solos o solas, y que es la hipertensión o presión arterial alta o elevada. Salvo las causas orgánicas o hereditarias de esta enfermedad, los pensamientos y sentimientos que abriguemos durante esa etapa de la vida, sin duda, condicionarán que esa patología sea una realidad o no en nuestro devenir. La triada jubilación, soledad y emociones mal gestionadas, determinará ese resultado y quizás también otros padecimientos cardiovasculares, entre otros efectos indeseables, si no somos capaces de romper ese círculo vicioso y doloroso.

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Viernes 21 Enero, 2022

HORA: 12:00 AM

CRÉDITOS: Gerardo Castillo Martínez

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